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viernes, 13 de diciembre de 2013

PACTO DE PUNTO FIJO. 31 de octubre de 1958. Documentos históricos

Los partidos Acción Democrática, Social Cristiano Copei y Unión Repúblicana Democrática, previa detenida y ponderada consideración de todos los elementos que integran la realidad histórica nacional y la problemática electoral del pais, y ante la responsabilidad de orientar la opinión pública para la consolidación de los principios democráticos, han llegado a un pleno acuerdo de unidad y cooperación sobre las bases y mediante las consideraciones siguientes:
1º- Como es del conocimiento pùblico, durante varios meses las distintas fuerzas políticas que han participado en las acciones unitarias para la defensa del régimen democrático han mantenido conversaciones destinadas a asegurar la inteligencia, mutuo respeto y cooperación entre ellas, interesadas por igual en la consolidación de la unidad y la garantía de la tregua política, sin perjuicio de la autonomía organizativa y caracterización ideològica de cada uno, conforme se declaró expresamente en el acta de ampliación de la Junta Patriótica firmada el 25 de enero de 1958 por los partidos politicos que la integraban inicialmente.
El resultado obtenido es favorable, toda vez que las naturales divergencias entre los partidos, tan distintas de unanimismo impuesto por el despotismo, se han canalizado dentro de pautas de convivencia que hoy más que nunca es menester ampliar y garantizar. El anásis cabal de los antecedentes, de las características actuales y de las perspectivas de nuestro movimiento democrático, la ponderación comprensiva de los intereses legítimamente representados por los partidos a nombre  de centenares de miles de sus militantes; el reconocimiento de la existencia de amplios sectores independientes que constituyen factor de la vida nacional; el respaldo de las Fuerzas Armadas al proceso de afirmación de la República como elemento institucional del Estado sometido sometido al control de las autoridades constitucionales, y el firme propósito de auspiciar la unión de todas las fuerzas ciudadanas en el esfuerzo de lograr la organización de la Nación venezolana, han estado presentes en el estudio de las diferentes fórmulas propuestas. La sincera definición y defensa de los derechos que asisten a los partidos como representantes de grandes núcleos nacionales y la preocupación común de atender en conjunto a los intereses perdurables de la Nación, sí bien han podido en forma ocasional provocar la generosa impaciencia de calficados valores de la opinión, son la garantía de que las deliberaciones han respondido a un serio y responsable enfoque de las urgencias del país.
2º- Las minuciosas y largas conversaciones han servido para comprometer a las organizaciones unitarias en una política nacional de largo alcance, cuyos dos polos podemos definir así: a) seguridad de que el proceso electoral y los Poderes Públcios que de él van a surgir respondan a las pautas democráticas de la libertad efectiva del sufragio; b) garantía de que el proceso electoral no solamente evita la ruptura del frente unitario, sino que lo fortalezca mediante la prolongación de la tregua  política, la despersonalización del debate, la erradicación de la violencia interpartidista y la definición de normas que faciliten la formación del Gobierno y de los cuerpos deliberantes de modo que ambos agrupen equitativamente a todos los sectores de la sociedad venezolana interesados en la estabilidad de la República como sistema popular de Gobierno.
3º- Establecidos esos principios de cáracter general, COPEI, AD Y URD comprometen su acción y responsabilidad en los términso siguientes:
a) Defensa de la constitucionalidad y del derecho a gobernar conforme al resultado electoral. Las elecciones determinarán la responsabilidad en el ejercicio de los Poderes Públicos, durente el período constitucional 1959-1964; intervención de las Fuerza contra las autoridades surgidas de las votaciones es delito contra la Patria. Todas las organizaciones políticas están obligadas a actuar en defensa de las autoridades constitucionales en caso de intentarse o producirse un golpe de Estado, aun cuando durante el transcurso de los cinco años las circunstancias de la autonomía que se reservan dichas organizaciones hayan podido colocar a cualquiera de ellas en la oposición legal y democrática al Gobierno. Se declara el cumplimiento de un deber patriótico la resistencia permanente contra cualquier situación de fuerza que pudiese surgir de un hecho subversivo y su colaboración con ella también como delito de lesa patria.
b) Gobierno de Unidad Nacional. SI bien el ejercicio del Poder por un partido es consecuencia legítima de una mayoría electoral, la suerte de la democracia venezolana y la estabilidad del Estado de derecho entre nosotros imponen convertir la unidad nacional popular defensiva en gobierno unitario cuando menos por tanto tiempo como perduren los factores que amenazan el ensayo republicano iniciado el 23 de enero; el gobierno de Unidad Nacional es el camino para canalizar las energías partidistas y evitar una oposición sistemática que debilitaría el movimiento democrático. Se deja claramente sentado que ninguna  de las organizaciones signatarias aspira ni acepta hegemonía en el Gabinete Ejecutivo, en el cual deben estar representadas las corrientes políticas nacionales y los sectores independientes del país, mediante una leal selección de capacidades.
c) Programa mínimo comùn. Para facilitar la cooperación entre las organizaciones políticas durante el proceso electoral y su colaboración en el Gobierno Constitucional los partidos signatarios acuerdan concurrir a dicho proceso sosteniendo un programa mìnimo común, cuya ejecución sea el punto de partida de una administración nacional patriótica y del afianzamiento de la democracia como sistema. Dicho programa redactará por separado, sobre las bases generales, ya convenidas, y se considerará un anexo del presente acuerdo. Como este programa no excluye el derecho de las organizaciones políticas a defender otros puntos no comprendidos en él, se acuerda para estos casos la norma siguiente: ningún partido unitario incluirá en su programa mínimo y, en todo caso, la discusión pública en los puntos no comunes se mantendra dentro de los límites de la tolerancia y del mutuo respeto a que obligan los intereses superiores de la unidad popular y de la tregua política.
4º- El ideal de la unidad como instrumento de lucha contra la tiranía y contra las fuerzas en aptitud de reagruparse para auspiciar otra aventura despótica, sería la selección de un candidato presidencial democrático único, la formación de planchas unitarias para los cuerpos colegiados y la formación de un frente único a base de un sólo programa integral de Gobierno.
En la práctica se ha evidenciado por diversos factores reales contradicen esa perspectiva histórica, mas, afortunadamente, hay otros medios idóneos de preservar la Unidad Nacional. Por consiguiente, lejos de considerar comprometida la unidad por la comprobación de naturales contradicciones interpartidistas que se corresponden con la esencia de la actividad democráticas, las  organizaciones signatarias después de confrontar sus distintas opiniones entre sí y con las emitidas por voceros independientes autorizados, de la prensa y de otros factores nacionales define:
1) Los requerimientos de la unidad son compatibles con la eventualidad de diversas candidaturas y planchas legislativas.
2) Para la presentación de varias candidaturas presidenciales y diversas planchas legislativas pueda verificarse sin menoscabo de la unidad y sin ruptura de la tregua interpartidista, es indispensable fortalecer el sentimiento de comùn interés patriótico y la tolerancia y mutuo respeto entre las fuerzas unitarias, base de lo cual debe ser la sincera y solemne adhesión de todas las fuerzas democráticas a los puntos contenidos en esta declaración y el espíritu que la anima, tal como hoy se consagra con la firma de este documento.
3) Para garantizar la tregua política y la convivencia unitaria de las organizaciones democráticas, se crea una Comisión Interpartidista de Unidad encargada de vigilar el cumplimiento de este acuerdo. Dicha Comisión estará encargada de orientar la convivencia interpartidista, de conocer las quejas que se produzcan contra las desviaciones personalistas o sectarias en la campaña electoral y de diligenciar ante cualquiera de los signatarios, y a nombre de todos, la morigeración (sic) y control en lo que pudiera comprometer la convivencia democrática.
5º- Para garantizar que varias postulaciones presidenciales y varias planchas legislativas sean en todo momento expresiones de la voluntad nacional de celebrar elecciones que en definitiva se traduzcan en fortalecimiento de la democracia, se proclama:
I. Cada organización queda en libertad de sustentar su propio candidato presidencial y sus propias planchas para los cuerpos colegiados dentro del concepto de unidad aquí consagrado y en el sentido de que garanticen la tolerancia mutua durante la campaña y el cumplimiento de los compromisos generales convenidos en esta declaración cualquiera que sea la candidatura o plancha que obtuviera mayor número de votos.
II. Todos los votos emitidos a favor de las diversas candidaturas democráticas, serán considerados como votos unitarios y la suma de los votos por los distintos colores como una afirmación de la voluntad popular a favor del régimen constitucional y de la consolidación del Estado de derecho.
III. La postulación de los candidatos presidenciales y de las planchas legislativas es de responsabilidad de cada partido o coalición. Será el pueblo elector a quien le corresponda calificar con el voto cualquier postulación.
      Los partidos que suscriben este documento garantizan la adhesión de los principios y normas aquí consagrados de sus  
       respectivos candidatos a la Presidencia de la República.
IV. Los partidos signatarios se comprometen a realizar una campaña positiva de afirmación de sus candidatos y programas dentro del espiritu de la unidad, evitando planteamientos y discusiones que pueden precipitar la pugna personalista del debate y divisiones profundas que luego pudieran comprometer la formación del Gobierno de Unidad Nacional.
V. Después de publicado el resultado oficial de las elecciones, tendrá lugar en Caracas un gran acto popular encargado de ratificar los siguientes principios:

a. Pública adhesión de todas las organizaciones y candidatos participantes al resultado de las elecciones, como expresión soberana voluntad popular.
b. Ratificación por parte de las organizacionese signatariass de su sincero propósito de respaldar al Gobierno de Unidad Nacional, al cual prestarán leal y democrática colaboraciòn.
Consideran las organizaciones signatarias que la adhesión de todas las fuerzas políticas a los principios y puntos fijados en esta declaración es una garantía eficaz para el ejercicio del derecho electoral democrático dentro de un clima de unidad. La cooperación de los organismos profesionales gremiales, cívicos y culturales, de la prensa y de personalidades independientes, con los fines precisados, consolidarán la convivencia nacional y permitirán el desarrollo de una constitucionalidad estable que tenga en sus bases la sinceridad política, el equilibrio democrático, la honestidad administrativa y la norma institucional que son la esencia de la voluntad patriótica del pueblo venezolano. Como este acuerdo no fija principio o condición contrarios al derecho de las otras organizaciones existentes en el país, y su leal cumplimiento no limita ni condiciona el natural ejercicio pro ellas de cuantas facultades pueden y quieren poner al servicio de las altas finalidades perseguidas, se invita a todos los organismos democráticos a respaldar, sin perjuicio de sus concepciones específicas, el esfuerzo comprometido en pro de la celebración del proceso electoral en un clima que demuestre la aptitud de Venezuela para la práctica ordenada y pacífica de la democracia.
       Caracas. 31 de octubre de 1958.


jueves, 5 de diciembre de 2013

Las fuerzas armadas explican el por qué del golpe de estado que derrocó al Presidente Rómulo Gallegos. Tres documentos históricos sobre el golpe de estado del 24 de noviembre de 1948.

COMUNICADO EN NOMBRE DE LAS FUERZAS ARMADAS. Enjuicia el 18 de octubre de 1945.
" El 18 de octubre de 1945, el Ejército Nacional actuó contra un orden de cosas que la Nación consideraba viciado y las Fuerzas Armadas  de la Nación dieron entonces un ejemplo de desprendimiento que fue aplaudido por el pueblo de Venezuela, y al no querer el poder para sí y declinarlo en manos del único partido que para entonces hacía oposición al régimen.
Al comienzo, y pese a la inclusión de dos militares en el Gobierno, la actitud de las Fuerzas Armadas fue de absoluto apoliticismo. El partido Acción Democrática continuó,a pesar de que pregonaba de ser un partido nuevo, los vicios políticos que caracterizaron los anteriores gobiernos, aprovechándose seguidamente del poder para su propio beneficio, implantando el sectarismo político, manteniendo una agitación permanente y trayendo desbarajuste total de la República. Sin embargo, las Fuerzas Armadas ante los brotes esporádicos de rebeldía de algunos de sus miembros y aùn a sabiendas de que se sacrificaba a veces elementos valiosos, reprimió inexorablemente todo intento de subvertir el orden establecido.
Llevadas a cabo las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente el pueblo venezolano dio sus votos por quienes creyó intérpretes del sentimiento y del espíritu de la Revoluciòn, pero Acción Democráticas capitalizó para ellos los resultados y dio al país una carta fundamental que, si bien contiene principios progresistas, adolece de vicios encaminados al ejercicio abusivo del poder. Bajo el imperio de la Constitución fue elegido el Presidente de la República, demostrando su voluntad de ser guardianes de las instituciones y mantenerse ajenas de toda ambición de poder. La promesa de concordia fue una nueva esperanza frustrada, pues el Presidente vio sacrificada su libertad de acción por la constante intromisión de su partido, que negaba así las atribuciones que él mismo en su acción legislativa le confirió a la Constitucional Nacional. Lograda definitivamente la posesión del poder civil por Acción Democrática, la fracción extremista que ha controlado dicho partido, inició una serie de maniobras tendientes a dominar también a las Fuerzas Armadas Nacionales, tratando de sembrar entre ellas la discordia y la desunión. Los organismos superiores del Ministerio de la Defensa, responsablemente, pusieron al Presidente de la República en conocimiento de estas circunstancias, esperando un remedio oportuno y eficaz. Pero la influencia del Presidente en el Partido una vez más fue nugatorio. Por el contrario, esta actitud de las Fuerzas Armadas se interpretó tendenciosamente como desafecciòn al Gobierno, y lo que pudo ser problema de fácil solución, se convirtió por obra de la intransigencia partidista y de la indecisión del Presidente extraña a la intención y a la actitud de las Fuerzas Armadas. Los extremistas de Acción Democrática vieron la oportunidad de cumplir sus designios increpando a las Fuerzas Armadas de una crisis artificial. En la mañana de hoy, cuando las Fuerzas Armadas esperaban que el nombramiento de un nuevo Gabinete daría lugar al restablecimiento de la tranquilidad y a un planteamiento sincero de las causas que originaron su alteración, sorprende la decisión tomada por una organización sindical controlada por el Comité Ejecutivo del Partido Acción Democrática, de declarar la huelga general por razones que las Fuerzas Armadas desconocen; decisión notificada al  Comando Militar por un miembro prominente de ese Partido, sin que se recibiesen instrucciones algunas del Presidente de la República para contrarrestar la irresponsable orden de huelga que vendría a ocasionar el colapso económico del país. Esta situación obligó a las Fuerzas Armadas a asumir el control de la situación en la República; y es satisfactorio informar al pueblo venezolano que en esta actitud el Comando Militar se encuentra asistido por el respaldo absoluto y unánime de todas las Fuerzas Terrestres, Navales, Aéreas y de Cooperación, así como también por los Cuerpos Policiales de la capital de la República y de las plazas importantes del país.
Toca ahora, al pueblo venezolano, que ha sido siempre paradigma de patriotismo y de serenidad, asumir la actitud que le corresponde seguro de que todas las medidas de orden progresista tomadas hasta la fecha serán mantenidas en todo su vigor, siendo la mejor intención de las Fuerzas Armadas Nacionales que en adelante, y por los órganos precisos, se proceda a aplicar efectivamente todas aquellas otras necesarias a su mejoramiento y bienestar.
De la constitución política del nuevo gobierno, en cuya formación se trabaja podemos adelantar que, alejado de todo extremismo, estará formado por hombres de reconocidas virtudes ciudadanas que garanticen la imparcialidad, honestidad y eficacia que serán distintivos de una administración progresista.
De la responsabilidad que el pueblo venezolano sepa asumir en este momento histórico, y del rápido restablecimiento de la normalidad, depende el encauzamiento hacia un orden constitucional adecuado a la verdadera realidad venezolana y surgido de la voluntad nacional, libre e imparcialmente manifestada a través de las organizaciones políticas.
De esta manera las Fuerzas Armadas Nacionales dejan informada a la Nación de que una vez más están cumpliendo con los sagrados deberes a ellas encomendadas".
Caracas, 24 de Noviembre de 1948.
DOCUMENTOS HISTORICOS. ALOCUCION DEL PRESIDENTE DE LA JUNTA MILITAR DE GOBIERNO Y MINISTRO DE LA DEFENSA DEL REGIMEN DERROCADO, DELGADO CHALBAUD
EL NACIONAL, noviembre  27.
" Cuarenta y ocho horas después de iniciarse el movimiento militar la ciudadanía se encuentra ya dedicada a sus ocupaciones habituales en toda la República. Ninguna amenaza se cierne sobre los venezolanos que desean cumplir con sus diarias labores.
El pueblo venezolano ha entendido la razón que asiste a las Fuerzas Armadas para desplazar del Poder al grupo político que se había entronizado en él. Por ello ha prestado su colaboración decidida con disciplina y espíritu cívico admirables, digno de los mejores antecedentes democráticos de su historia, demostrando que tiene fe y confianza en la sinceridad y en el desinterés de las Fuerzas Armadas. A esa colaboración corresponden éstas con honor, patriotismo y espíritu de sacrificio.
La Junta Militar quiere dejar categórica constancia de que este movimiento no se orienta de ninguna manera hacia la instauración de una dictadura militar, ni abierta ni disimulada, a fin de exigir al pueblo que no debe dejarse engañar por quienes propagan lo contrario. Las medidas de preservación del orden y de represiónp del sabotaje, pillaje o atentado contras las personas y la propiedad privada o pública, que la Junta está dispuesta a aplicar enérgicamente, no deben ser interpretadas más allá de su exacta significación en resguardo de la seguridad nacional y en defensa de las instituciones. No se ha asumido el poder para alentar contra los principios democráticos sino para obtener su efectiva aplicación y preparar la consulta electoral a la cual concurra toda la ciudadanía en igualdad de condiciones.
La Junta ha procedido a constituir un Gabinete con personas independientes de toda disciplina de partido, procurando que la honestidad,eficiencia y capacidad sean el sello característico del equipo gubernamental, y ateniéndose para su escogencia al mejor servicio de los supremos intereses de la República y al remedio efectivo de sus necesidades. Busca también esta forma que las elecciones no se realicen bajo el ejercicio exclusivo de la Administración Pública por un partido político, asegurando así al pueblo venezolano una oportunidad de manifestar su voluntad con entera independencia.
La Junta Militar quiere insistir en que el Gobierno mantendrá vigente todas aquellas disposiciones legales que tiendan al mejoramiento del nivel de vida de los sectores correspondan a esto haciéndose dignos de ellos por medio de un rendimiento efectivo en el desempeño de sus labores de modo que la Nación obtenga con su aporte, un creciente  desarrollo de su riqueza permanente.
Los hombres de empresas encontrarán por parte de esta Junta protección y estímulo a sus iniciativas y actividades ajustadas a la Ley.
Los elementos integrantes de la economía agrícola y pecuaria recibirán la protección que ameritan como parte fundamental de la producción nacional atendiendo sólo a la produccion nacional atendiendo sólo a la productividad de los mismos para el beneficio colectivo.
Todas las fuerzas democrática del país, todos los venezolanos de buena voluntad deben unirse para permitir el pronto regreso a la vida normal de la Nación".

DOCUMENTOS HISTORICOS. COMUNICADO DEL PARTIDO SOCIAL CRISTIANO COPEI. EL GRAFICO, diciembre 3.

"Analizada con detenimiento la situación establecida en la República por la acción militar del 24 de noviembre pasado, el Comité Nacional considera que su deber fijar ante la opinión pública sus puntos de vista acerca de esta histórica coyuntura. Tres años de lucha sin tregua por los ideales de la justicia y de la paz social han hecho de Copei el grupo político más sòlidamente organizado y ante el hecho que lanzó del poder el Gobierno hegemónico del partido "Acción Democrática".
Durante estos tres años, en medio de un combate ardoroso. Copei no dejó un solo instante de señalar a "Acción Democrática" las desastrosas consecuencias a las que había necesariamente que conducirle una política sectaria, orientada por el exclusivismo y la ambición de grupo, dirigida por una caprichosa voluntad que hizo de la arbitrariedad sistema de gobierno. Llegada al poder entre solemnes compromisos. Acción Democrática tuvo poco reparo en cumplirlos. Ofreció, al constituirse el Gobierno Provisional surgido en octubre de 1945, "garantizar unas elecciones libérrimas, sin imposición ni parcialización ejecutivista por ninguna de las corrientes políticas en pugna", y la conciencia nacional sba plenamente cómo se utilizaron sin escrúpulos los resortes del poder plenamente cómo se utilizaron sin escrúpùlos los resortes del poder para imponer el triunfo de las candidaturas oficiales. Copei pudo comprobar en documentos oficiales cómo se hizo uso de los dineros del pueblo venezolano para fines electoreros, y ante aquella comprobación patente, ni siquiera un gesto pudoroso tuvieron quienes estaban obligados a depurar mediante un proceso insospechable el poder que obtuvieron de una acción militar, contra los vicios del régimen anterior.
Dictada una Constitución que, al lado de innegables medidas progresistas, contenían disposiciones de un interés parcial, no se tuvo escrúpulo en violar aquellas, casi en los mismos momentos  de su nacimiento. La seguridad personal y la libertad de tránsito, fueron irrisorias cada vez que el régimen se consideró interesado en coartar las de alguna persona; fue un hecho generalmente conocido la violación sistemática de la correspondencia particular y de las comunicaciones telefónicas; las empresas de radiodifusión se vieron objeto de maniobras diversas, basadas en las omnímodas facultades del Ministerio de Comunicaciones, tendientes a atemorizarlos para que no se transmitieran los programas políticos u oposición o critíca; la discriminación política fue haciéndose cada vez más implacable hasta en las más modestas ocupaciones al servicio de los entes públicos y, en general, un ambiente enrarecido iba privando cada vez más en la vida nacional.
La tendencia hacia el exclusivismo, lejos de amenguar fue aumentando en todas las manifestaciones del Gobierno, aùn después de la vuelta al orden constitucional. En muchas ocasiones hasta en lugares donde se demostró palmariamente que la oposición estaba asistida por una abrumadora mayoría popular que no pudieron desvirtuar el atropello, la amenaza o el halago, sólo la presencia de las Fuerzas Armadas Nacionales o de las Fuerzas Armadas de Cooperación pudo garantizar el derecho a la libre expresión del pensamiento político y a la libre manifestación, amenazados por grupos empujados desde las alturas del mando. Y no satisfecha la facción, preparó el aseguramiento definitivo del poder militar en sus manos, a través de la anticonstitucional Ley de Organización Provisional del Servicio de Policía, la organizaciòn de milicias irregulares y la distribución en gran escala de armas a los cuadros del partido, con el visible objeto de arrasar toda traba constitucional y suplantar con fines partidistas la Institución Armada de la República.
En el campo administrativo, el gobierno de Acción Democrática se hizo sentir por su ineptitud y por su vocación al despilfarro. La fronda burocrática, objeto de sus mejores ataques desde la oposición, proliferó de manera increíble. Y ante la decidida actitud por parte de la oposición, de investigar a fondo el manejo de los caudales públicos, se optó por imponer en los cuerpos legislativos sistemas tendientes de impedir la verificación y examen preciso de las cuentas.
Dentro de lo social, pese a circunstanciales protestas de defensa de la paz social, el régimen se caracterizó por una siembre constante de odios para dividir la familia venezolana. El origen comunista de los principales dirigentes del Partido, se reflejó en la contínua propaganda de la división y odio social. Una crisis profunda en el seno de la producciòn se hizo sentir cada vez más, a pesar de los pomposos planes de fomento, en razón de la intranquilidad social, repercutiendo en la elevación del costo de la vida y concluyendo por hacer ilusorias las ventajas adquiridas por los trabajadores.
La calumnia, el insulto, fueron el arma constante de los agentes oficiosos. La administración de justicia fue integrada con el espíritu de hacerla progresivamente un instrumento partidista. Mientras para la exportación se utilizaban frases hermosas sobre la estructura democrática del régimen, cada vez corría más en el interior del país la voz de que en Venezuela no se haría otra cosa de lo que voluntariamente quisiera Acción Democrática. Era frase corriente entre ellos, la que sólo "a plomo" dejarían el mando. Por boca de su más alto personero se afirmó que la voluntad de Acción Democrática podría decidir en cualquier momento la total paralización de la vida nacional: ni una sola polea se movería, ni una gota de petróleo sería extraída del subsuelo, ni un camión de transporte funcionaría si no lo quisiera Acción Democrática. El ilustre escritor llevado a la Presidencia de la República, no fue capaz de ejercer sus atribuciones constitucionales y se subordinó definitivamente a la voluntad hegemónica del Partido, dejándose llevar al desconocimiento de las más solemnes promesas y a la violación de las normas establecidas en la misma Constitución. El 18 de octubre de 1948, en presencia de un mitin partidista, organizado con cooperación de despachos oficiales, fue coronado con una intervención que le exhibió fuera de la postura que a su elevado cargo correspondía y le hizo incurrir en confesiones de subordinación a la voluntad del Partido.
 Cada vez que una queja salía de los labios de grupos de oposición o de ciudadanos independientes, eran burla descarada y nuevos atropellos los que provenían de fuentes oficiales. Las propias consignas del Partido se fueron al cesto cuando así lo exigía el apetito de mando. Ante el asesinato de un dirigente político de oposición por un alto funcionario, se dejó ver desde el primer momento una actitud oficial de encubrimiento y lenidad. La vida, la libertad, el honor de los ciudadanos, todo estaba en las manos antojadizas de la secta gobernante.
Desoídas todas las voces y empeñados tercamente en mantener esa actitud a Acción Democrática le corresponde ante la historia la máxima responsabilidad de lo ocurrido el 24 de noviembre. Las Fuerzas Armadas Nacionales asumieron por sí, sin intervención partidista, la responsabilidad de lo ocurrido el 24 de noviembre. Las Fuerzas Armadas Nacionales asumieron por sí, sin intervención partidista, la responsabilidad de quitar a Acción Democrática el poder que habían colocado en sus manos en octubre de 1945 y que ésta conservaba a través de mecanismos electorales controlados por el Poder mismo. La manera incruenta de la transformación y la negativa de la ciudadanía a atender a los llamados de violencia, fue la prueba màs definitva de que la opinión pública habia dejado de acompañar al partido Acción Democrática, el cual especulaba una apariencia de popularidad forjada con los dineros del pueblo y los medios creativos del poder que de los militares recibieron.
Cumplido el hecho militar de rescatar el mando de las manos sectarias y hegemónicas de Acción Democrática el proceso iniciado el 18 de octubre de 1945 sólo será llevado a feliz término cuando el poder vuelva en forma sincera a las manos del pueblo, para que a través de elecciones verdaderamente limpias las coloque en mandatarios capaces de respetar los derechos de la persona humana, mantener el orden y las instituciones y contenerse dentro de los límites de la juridicidad. Este compromiso lo ha contraído la Junta Militar, empeñando su honor y el de la Institución Armada  a través de las siguientes palabras: " No se ha asumido el poder para atentar contra los principios democráticos sino para obtener su efectiva aplicación y  preparar una consulta electoral a la cual concurra toda la ciudadanía en igualdad de condiciones".
Cope, cuyas consignas y cuya línea se han perfilado inconfundiblemente en tres años de oposición civilista al régimen de Acción Democrática, ah adoptado una oposición consecuente. Hoy, cuando quizá sobren quienes quisieran arrogarse la gloria de haber participado en la preparación y desarrollo de la acción militar del  24 públicamente declaramos que ésta tuvo lugar sin intervención alguna de nuestro partido, que se ha mantenido dentro de su propio cauce. Constituido el nuevo Gobierno Provisional, hemos creído de nuestro deber aportar, sin ambición de cargos públicos, todo lo que sea necesario para contribuir a que el país retorne a la normalidad para llevar a la pacificación de los espíritus, para impedir el implantamiento de una organización  institucional.
En el momento actual Copei ha visto con satisfacción la declaración de la Junta Militasr " al dejar categórica constancia de que este movimiento no se orienta de ninguna manera hacia la restauración de una dictadura militar, ni abierta ni disimulada", así como a su compromiso de mantener y perfeccionar las conquistas logradas por los trabajadores. El aporte de Copei preste se orienta hacia el afianzamiento de esos dos propósitos conformes con el ideario social-cristiano que sustenta. Desarrollada nuestra acción en un plano de decoro y dignidad, conservamos nuestro derecho a la crítica constructivas, en la esperanza de que haya pasado la hora de la demagogia y se inicie la etapa de la discusión serena y de altura.
Y especialmente dedicamos nuestra actividad a mantener la fe nacional en las instituciones representativas. El pueblo de Venezuela ha dado nuevamente, en esta hora, un singular ejemplo de madurez y patriotismo. Ese ejemplo le hace acreedor a gozar de una vida política y social libre, ordenada, es el ideario social cristiano el que mejor se identifica con las necesidades del pueblo.Hoy, más que nunca, son las consignas de Copei, que aspira a la renovación de la vida nacional mediante un decidido impulso en beneficio de las masas trabajadoras, las que llegan al corazón de las masas venezolanas.
Finalmente, dispuesto a seguir laborando por la solidaridad social, Copei se prepara para participar en los próximos comicios con serenidad y decisión. Los errores cometidos durante tres años por el sectarismo del régimen derrocado, han de servir de ejemplo inolvidable a la conciencia de Venezuela. Copei, que ha sido el más constante censor de esos errores, no incurrirá en la equivocaciòn de repetirlos. Se abre una nueva oportunidad para que la Patria conquista su destino.
Hacemos un llamado a los venezolanos para lograrlo.
Caracas, 2 de diciembre de 1948.

                             El Comité Nacional de Copei"

domingo, 1 de diciembre de 2013

MENSAJE DE DON RÓMULO GALLEGOS AL PUEBLO VENEZOLANO AL SER DERROCADO POR LAS FUERZAS ARMADAS. 24 DE NOVIEMBRE DE 1948

Salgo expulsado por las Fuerzas Armadas que se han adueñado del Gobierno de la República y de las cuales he sido prisionero desde la mañana del miércoles 24 de noviembre de 1948. No he renunciado a la Presidencia a que me llevó el voto del pueblo en la jornada democrática de las elecciones efectuadas el 14 de diciembre del año anterior, y al dejar el territorio de la Patria no quiero dirigirme al pueblo en formas altisonantes de alocuciones para pedirles sacrificios en la defensa del derecho que se le acaba de arrebatar, sino para invitarlo a reflexionar sobre el verdadero sentido del acontecimiento que se acaba de producirse, porque es un dramático momento de su historia, este que atraviesa Venezuela.
Ya dije, repetidas veces, en las plazas públicas de casi todo el país durante mi campaña electoral por la Presidencia de la República, que la suerte que entonces se estaba decidiendo no era la de unos determinados partidos políticos en contienda electoral, sino el destino de la democracia venezolana que por primera vez en nuestra historia iba a campar por sus fueros sin restricciones ni artimañas en el terreno del sufragio y por desventura nuestra lo que ha sucumbido bajo el golpe militar no es sólo la actividad lícita de mi Partido, sino todo el sistema político de auténtica consulta de la voluntad popular para la constitución de gobiernos legítimos, sistema que no puede realizarse sino por medio de la existencia de organizaciones políticas con efectiva libertad de acción.
Y la verdad, la ingrata verdad, es ésta: la usurpación de poder llevada a cabo por las Fuerzas Armadas va encaminada forzosamente a la supresión de la actividad de los partidos políticos, siendo necesario reconocer que el proceso que acaba de culminar comenzó desde la misma noche del 19 de octubre de 1945, cuando se organizó la Junta Revolucionaria de Gobierno con mayoría de hombres de Acción Democrática.
Dos corrientes comenzaron a producirse en el seno de las fuerzas militares desde el primer momento: a un lado los jefes y oficiales dispuestos a mantenerse fieles al compromiso contraído con el pueblo de Venezuela de restituirle el uso pleno de su soberanía política, fundamento de nuestro régimen institucional aunque nunca realmente practicado, a fin de que no fuese ya la voluntad omnímoda de jefes militares con respaldo de fuerzas armadas, la que decidiese en que manos podrá quedar el gobierno de la República, sino la soberana voluntad del pueblo en comicios libres de toda presión; y al contrapuesto lado, los hombres de armas que sólo ellos podían ser, en última instancia, los verdaderos electores puesto que eran legítimos herederos de aquél que alzó la arrogancia armada de sus arrestos de valentía ante la hermosa y enérgica, pero totalmente ineficaz del Presidente José María Vargas. Conspiraciones y golpes frustrados fueron las tentativas por medio de las cuales los sostenedores de la tesis militarista quisieron detener la marcha del proceso cívico que se había iniciado y que queda señalado en nuestra historia por dos jornadas electorales: la que dio origen a la Asamblea Nacional Constituyente, el 27 de octubre de 1946 y la de la elección de Presidente de la República y de Senadores y Diputados el ya mencionado 14 de diciembre de 1947, hermosos momentos de nuestra historia en los cuales el pueblo venezolano- hombres y mujeres, letrados y analfabetos-dio un admirable ejemplo de madurez de conciencia política y de plena capacidad para los ejercicios pacíficos del civismo.,
Pero si eso debió de satisfacer a los militares de la primera de las actitudes mencionadas y definidas y que podríamos calificar de  civilista, en cambio, no podía sino lanzar por el caminos de la violencia a aquellos otros que no estaban dispuestos a renunciar al tradicional privilegio que hasta el octubre revolucionario detentaron, directa o indirectamente, y he aquí como acaba de producirse el zarpazo.
Antes se agotaron sus esfuerzos algunos de ellos altos jefes del ejército y entre ellos el Ministro de la Defensa en quien yo había depositado mi confianza, en el propósito de ablandarme para obligarme a ceder a sus ambiciones de prepotencia, llegando hasta intentar imponerme líneas de conducta política. Resistía tales pretensiones con la entereza a que me obligaba la confianza del pueblo depositada en mí, pronuncié palabras enérgicas que el destino me dictaba, como también las más persuasivas que las circunstancias requerían, y cuando ya nadie podía dudar de mi inflexibilidad en la defensa del honor del poder civil con que el pueblo me había investido, cuando ya nadie podía acariciar la esperanza de que yo fuese un juguete en manos voluntariosas, se produjo, una vez más, el atentado de la fuerza contra el derecho.
Paralelo a ese antagonismo entre el poder civil y el poderío militar que tiene en Venezuela carácter histórico, venía desarrollándose y acentuándose el que se planteaba entre los tenedores de las fuerzas económicas más poderosas del país y la política de democratización de la riqueza y de justa remuneración del trabajo que por medio de créditos fáciles y baratos, en auxilio del pequeño industrial, del campesino y del obrero necesitado de vivienda propia, mediante una justa aplicación de la Ley del Trabajo amparadora de las legítimas reivindicaciones obreras, iba firmemente adelantado mi Gobierno Constitucional. Fuerzas de raigambre reaccionaria, aquéllas, en la mayor parte de sus componentes humanos-porque hay sin duda honrosas excepciones- que no podían cruzarse de brazos ante esa mencionada política y a las cuales yo acuso, sin mínimo temor de incurrir en imputación calumniosa, de haber sido animadores de esta concitación de las Fuerzas Armadas contra los derechos del pueblo en lo político y contra sus legítimas conquistas logradas en lo económico y social. Poderosas fuerzas económicas las  del capital venezolano sin sensibilidad social y, acaso también las del extranjero explotador de la riqueza de nuestro subsuelo del cual no era dable esperar que aceptase de buen grado las limitaciones que les hemos impuesto en justa defensa del bienestar colectivo con el aumento de sus tributaciones al fisco nacional y con la determinación de no continuar prodigando nuevas concesiones petroleras que han de ser reservas de la riqueza del porvenir de Venezuela, han sido ellas- no vacilo en denunciarlas, repito- las que han inflado la gana tradicional de poderío que alimentaban los autores del golpe militar hoy victorioso.
Pero hoy todavía algo más que Venezuela o Hispanoamérica entera deben saber. Aquí ha ocurrido un acto más de la tragedia que en nuestra América viene ya produciendo la democracia. ¿Quién maneja esta máquina de opresión que ya se ha puesto en marcha sobre nuestro continente? ¿Qué significa la presencia constatada por personas que me merecen fe absoluta de un agregado militar de embajada de potencia extranjera en ajetreos de cooperador y consejero en uno de los cuarteles de Caracas mientras se estaba desarrollando la insurrección militar contra el Gobierno Constitucional y de puro legítimo origen popular que yo presidía?
No ha sido, pues, tal insurrección un accidente de nuestra vida política, de suyo propicia a las conmociones de este género, sino un síntoma más sobre la América de nuestra lengua y de nuestro espíritu, de algún propósito prepotente de impedir que nuestros pueblos afirmen su esencial característica democrática y desarrollen libremente su riqueza para obtener su independencia económica, a fin de que no puedan decidir su propia suerte histórica como pueblos soberanos.
Piensen en todo esto siquiera un poco los que hoy, ofuscados por las pasiones políticas, celebran el derrocamiento del Gobierno Constitucional que yo he presidido: penetren con ánimo sereno en el verdadero sentido de este acontecimiento y adviertan que no es cosa de que pueda regocijarse ningún partido político nutrido de sentimiento venezolano y realmente puesto al servicio de la Democracia. La obra llevada a cabo por los hombres de Acción Democrática que hemos asumido responsabilidades de Gobierno será juzgada por la historia imparcial; pero el destino que se está decidiendo en estos momentos no es el de un grupo político, sino el de un pueblo, nuestro pueblo, con derecho o no a decidir su propia suerte.
Y yo he cumplido el deber que me fue señalado, yo he defendido hasta el último momento de responsabilidad activa, la dignidad del Poder Civil cuyo ejercicio se me confió dentro del marco de las leyes y de esta nueva experiencia de mi mismo ante el destino no me llevo amarguras sino profundas satisfacciones: he sido objeto de la confianza de mi pueblo, fui lealmente asistido de la recta colaboración de compañeros de partido y de meritísimos ciudadanos políticamente independientes-lamentablemente excepción la del Ministro de la Defensa Carlos Delgado Chalbaud. Y junto con ellos he contribuido a que Venezuela hiciera, a su vez, una experiencia enaltecedora de su dignidad histórica que difícilmente podrá olvidar.
Respondan desde ahora de su porvenir quienes han empeñado las armas de la violencia contra los legítimos ejercicios del derecho.
Caracas, diciembre de 1948.


martes, 19 de noviembre de 2013

INTIMIDADES DE UN GOLPE MILITAR CLASICO. 24 DE NOVIEMBRE DE 1948. DOS REALIDADES: EL GENIO DE BOLÌVAR Y LA PLUMA EXIMIA DE DON RÓMULO GALLEGOS.

El cuartelazo que obligara a Don Rómulo Gallegos a ingresar a la caravana dolorosa de los Presidentes proscritos conmovió profundamente a América Latina. Dos razones produjeron ese cambio de actitud en un hemisferio tocado ya por el velo sutil de la indiferencia ante los episodios. Perdía su investidura la más alta cifra del pensamiento venezolano y el más ilustre de los novelistas vivos para ese momento de la lengua castellana.
Los cuartelazos son sucesos corrientes en América. Los europeos pueden medir su historia por el número de guerras en que se hayan desgarrado. Nosotros utilizamos un método más tosco, pero menos destructivo, de contabilizar nuestro proceso histórico. Para trazar la biografía de cada país de los que forman el conjunto mestizo de la América, hacemos el balance de los cuartelazos que hayan sacudido su existencia republicana. Existen naciones en este continente que han presenciado varios golpes de Estado en el curso de un año. Y otras que han discurrido durante largo tiempo sin gobierno porque el tránsito de las facciones armadas por el Palacio Presidencial ha sido efímero y tan sangriento que no tuvieron oportunidad de estructurar un sistema de mando y administración. Si no fuera por la intervención de elementos signados por un repugnante primitivismo en esos torneos de violencia, los latinoamericanos pudiéramos dictarle a los otros continentes, y por el moderno método de la enseñanza por correspondencia, varios cursillos sobre la técnica del cuartelazo. Después de todo, esta iniciativa no resulta tan detestable si se recuerda que Curzio Malaparte escribió una soporífera " Técnica de un golpe de Estado".
CONVERSACIONES  ENTRE ALBERTO CARNEVALI Y MANUEL PÉREZ GUERRERO-
El 16 de noviembre de 1948, discutíamos el doctor Manuel Pérez Guerrero y yo en la Casa Nacional de AD, sobre el problema de la inflación y sus posibles repercusiones en el futuro económico del país. Cada mes, eran mayores las entradas de divisas para el Banco Central de Venezuela. La circulación monetaria crecía visiblemente y el presupuesto del Estado acusaba desapacibles tendencias a la inflación. Entre tanto las ganancias del comercio importador eran astronómicas... El Ministro Pérez Guerrero estaba dispuesto a auspiciar las más graves medidas para desviar hacia finalidades constructivas el aluvión inflacionario. Proyectaba racionar las importaciones, prefiriendo las que entraran maquinaria, implementos agrícolas y equipo. Un severo crédito hacia el fomento de la producción. El presupuesto se limitaría a las estrictas necesidades del Estado, prescindiéndose de gastos burocráticos o suntuarios. Y finalmente la esterilización de los excedentes monetarios para formar las reservas indispensables en un período de crisis universal. Sobre estos tópicos conversábamos, cuando a los ocho de la noche un  anuncio brutal nos sacó de las reflexiones venezolanistas. En La Guaira se había descubierto un complot fraguado allí con alegre desenfado por el mayor Tomás Mendoza. Mientras este hombre juramentaba a algunos camaradas suyos de armas, funcionarios del Gobierno escuchaban atentos, simultáneamente con este anuncio, desde la Victoria informaban que el mayor de aviación José Castro León promovía reuniones conspirativas con los oficiales de la guarnición local. Pérez Guerrero abandonó la Casa Nacional del Partido para dirigirse a su habitación y posteriormente al Palacio de Miraflores. Y yo salí a la calle por la cual discurrían los vehículos con apresurada confianza. En las esquinas había grandes afiches que invitaban al estreno de Tristán e Isolda, escenificada por una prestigiosa compañía de ópera norteamericana.
LA TRAICIÒN EN LA PROPIA CASA.
Los rumores invadían el ambiente muchos expresaban- estamos en presencia- de un problema de gobierno que debe resolverse con entera rapidez. Que el presidente de la República cite a su despacho al Ministro de Defensa Nacional teniente-coronel Delgado Chalbaud y a sus colegas de mando los tenientes coroneles Pérez Jiménez y Llovera, por el fundado temor que son ellos los que estén moviendo la mano de los oficiales sorprendidos en la preparación del complot...

Otros aseguraban que varios cuarteles se disponían a confluir hacia Miraflores para apresar al Presidente y a sus Ministros. Y así, la aguja de rumores iba zurciendo las más extrañas conjeturas... Fue el viernes 19 de noviembre cuando por boca de un miembro de la Dirección Nacional- vine (Carnevali) vine a enterarme del proceso que se estaba cumpliendo en las esferas superiores del Gobierno para debelar el complot. Gallegos convocó a Delgado, Pérez Jiménez y Llovera Páez a su despacho, comenzó diciendo. Al enterarles del descubrimiento de la conspiración, los dos últimos manifestaron que ello obedecía al descontento producido en las Fuerzas Armadas por la gestión del Gobierno y que la única forma de conjurar el complot era-a su juicio- la reforma del Gabinete para incluir en él varios militares. Delgado Chalbaud propuso, conciliador, que el problema se solucionaría si el Presidente exponía a una asamblea de oficiales las directrices de su política, que eran excelentes e indiscutibles. Para asegurar la condición "no deliberante" del Ejército se prohibirían los comentarios o el uso de la palabra en una asamblea, limitándose los oficiales que a ella concurrieran a escuchar la palabra presidencial. La propuesta fue aceptada y Gallegos se dirigió a la oficialidad en el Cuartel Ambrosio Plaza. Horas después Pérez Jiménez y Llovera Páez desplegaban una campaña de rumores dentro de las guarniciones, según los cuales, las palabras de Gallegos eran el indicio de una etapa de detenciones en masa, de juicios marciales y de confinamientos. Y que para respaldar esa actitud gubernamental, AD estaba convocando a sus milicias terroristas que incendiarían a Caracas y asesinarían a los oficiales del Ejército. En vista de esta circunstancia y de que Delgado Chalbaud no ordenaba la detención del mayor Mendoza, quien ya había sublevado el cuartel de La Guaira, Gallegos volvió a citar al alto mando del Ejército a su despacho de Miraflores. En tono categórico, honroso y viril habló el Presidente...

RESPUESTA DE CARLOS DELGADO CHALBAUD A UNA CARTA DEL DOCTOR GONZALO CARNEVALI, EMBAJADOR DE VENEZUELA EN WASHINGTON

Señor doctor Gonzalo Carnevali
Washington.
 Solo a título personal, como se debe responder a quien prefirió el gesto del publicista al severo ademán del diplomático, representante de la dignidad perenne de la Nación, contesto a usted su carta escrita el 5 de este diciembre.
No lo hago por mí, ní porque lo que en ella dice requiere réplica, sino para significarle desde ahora que lo ocurrido en Venezuela en los ultimos tres años y lo por venir, dejan vacías de sentido sus palabras y al desnudo los sofismas con que cubre sus faltas de informacion y de comprensión de lo venezolano.
A pesar de la pasión que a usted conmueve, le reconozco mi espiritu de sacrificio para cumplir con exceso y lujo inútiles su curioso sentido del deber civil, el cual le permita el menoscabo de la representación que recibió, en favor del gesto egoísta.
No busque explicaciones para nuestra actitud. atenuantes y benevolencias sobran. No las busque usted fuera de nuestro país, porque sólo dispone de algo que es peor que la mentira: la verdad a medias, deformada, servida por la propaganda de un Partido que se hizo ambiente en medios y con hombres dóciles a la dádiva y al halago.
Ni las espere de usted, porque en su mente, por ahora, sólo hay formulaciones no contrastadas con realidades, pues, del reciente dolor venezolano estuvo ausente durante sus 3 años displicentemente, por lo cual ignoró que el Partido oficial precipitó al país a la mas peligrosa crísis de la economía y de la moral nacional.
No entenderá usted lo que es sencillo y simple para el venezolano de hoy, el que ha visto con emoción patriótica y de cerca la angustia colectiva. No entenderá, digo, que las intervenciones militares de octubre del 45 y de noviembre de este año, son sólo momentos de un mismo fenómeno. Primero confiamos ingenuamente en que los hombres a quienes se entregó el gobierno impulsaron el país hacia su progreso y que la vida nacional, viciadas por arcaicas prácticas de personalismo cobraría agilidad y vigor. 
Luego, al ver como se desataron mezquinas pasiones y cómo se desbordaron  las ambiciones del hombre mediocre, antes que la vida pública perdiera toda perspectiva  y jerarquía, de que se entronizara la ineptitud y continuara gobernando la astucia desde la penumbra, se puso freno, se impidió el vértigo, se contuvo la aceleración irresponsable de la vida social. Y la historia constatará que las Fuerzas Armadas Nacionales, con previsión certera y acción incruenta, impulsaron y frenaron a un tiempo, cumpliendo elevada función de noble intención y serena eficacia. Por eso hablar de revolución de Noviembre, es una impropiedad, una inercia verbalista. De lo que se trata es de la Marcha ascendente de Venezuela impulsadas por fuerzas sanas, protegidas por su Institución Armada, quie es democrática por su composición y liberal por su actitud, hacia el ejercicio del poder público por los ciudadanos todos, no por un grupo, síntesis de la verdadera democracia política. Resultando que la equivocación por usted sufrida con  las Fuerzas Armadas ha sido voluntaria y gratuita.
El Partido político favorecido en octubre del 45 realizó consulta electoral. Pero falto de auteridad republicana y de escrúpulos cívicos, procuró de diversos modos una decisión ventajosa, provocando confusión totalitaria entre partido y Estado, causando la perversión del mérito del voto popular. Así, todos los organismos elegibles se formaron con abrumadora mayoría sectaria, y las ramas del Poder Público pasaron a ser fracciones de la actividad partidista dirigida por un comité central. No había necesidad de moral administrativa, ni de justicia ni de eficacia, ni de llevar ni rendir cuentas. Ni de alternabilidad, ni de responsabilidad en el Gobierno.
La voluntad arbitraria de un hombre fue sustituída por los caprichos de una singular oligarquía dispuesta a amañar la leyes, a desvirtuar las instituciones, ante la cual sólo quedó, señera, la vigilancia de las Fuerzas Armadas Nacionales, cuyo comando habia las preservado de la vorágine y mantenido en su unidad institucional. Observábamos con ansiedad el desigual combate entre la facción enardecida por la pasión y calificadas expresiones de la opinión, entre las cuales descollaron auténticos valores de la dignidad y de la inteligencia venezolana.
Usted admite que la intervención militar hizo posible la elección del señor Gallegos. Debería reconocer también que los abusos de su partido dañaron el significado popular que pudo tener el acto mismo. Al derrocar su Gobierno, las Fuerzas Armadas Nacionales han limpiado el camino para la realización de la democrácia, sin rabias ni morbosidades.Destruido el personalismo y erradicada la demagogia, los venezolanos van hacia el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus deberes, libres de temor y dignamente.
Puede usted estar seguro de que habrá constancia de que a los hombres de armas nos falta habilidad retórica, tenemos patriotismo y no carecemos de intuición histórica. Por eso la paz que siente hoy el país bajo el signo militar no tiene analogías cercanas. Se basa en el reconocimiento de la dignidad los derechos del hombre puesto en evidencia en el trato dado a los personeros del Gobierno derrocado y en el respeto de las funciones que tan mal ejercieron. Se asienta en el claro concepto de juricidad que demuestra la Junta Militar de Gobierno. Esa paz no ha sido ni establecida ni concedida. Ella fluyó de la vida nacional cuando fue liberada de la demagogía y del encono que la oprimían. Ojalá pudiera usted verla con sus ojos y ya que no disfrutaría con el mismo gozo con que lo hace la colectividad pacífica y patrióticamente inspirada. Sentiría la vanidad de su retoricismo al ver bullir, plena fe y confianza en nuestro desprendimiento, la vida del pueblo, cuyo reconocimiento ya tenemos.
Su carta dice que usted es un hombre que termina la vida alumbrándose con el resplandor mortecino del desencanto y de la fe perdida. Los hechos demuestran a los que vivimos  en Venezuela afrontando todas las contingencias  y consciente de nuestras responsabilidades  con el destino democrático  de este pueblo, que el sentido de nuestras vidas tiene signo positivo. Para nosotros la lucha no ha hecho sino comenzar.  Y Venezuela sabe que habiendo podido  mantener crispada la garra sobre su cuerpo inerme, por la índole de nuestras instituciones militares, por la formación intelectual y moral de sus componentes, por el respeto y el amor que a ella profesamos, hemos preferido rectificar errores ante que cubrirnos  de oprobio instalando una nueva tiranía.

C. Delgado Chalbaud   

sábado, 16 de noviembre de 2013

MANUEL ANTONIO MATOS. CUANDO LOS BANQUEROS SE METEN A POLÌTICOS TERMINAN CONSPIRANDO

Manuel Antonio Matos, hombre de negocios, clubman, banquero, político y organizador del movimiento revolucionario más poderoso en la historia de las guerras civiles de Venezuela (16.000 hombres, bien armados)... Es el primer personaje en quien se mezclan tres aspectos que señalan el crecimiento de la riqueza privada, el interés del capitalismo internacional por dominar la vida económica de Venezuela y la condición de lìder político y jefe militar del liberalismo amarillo.
Matos, nativo de Puerto Cabello, se había educado en Hamburgo y Londres, según cuenta en sus memorias. Concuñado de Guzmán Blanco, su figura política y su título militar empiezan a darse a conocer en los días del Septenio. Durante los dos primeros gobierno del ilustre Americano su actuaciòn política es de segundo plano, pero aprovecha su influencia para tratar de atraer capitales norteamericanos y franceses en su empeño de crear bancos comerciales y otras organizaciones financieras que constituían una verdadera novedad en un munto tan elemental como era la Venezuela de los años sesenta. Desde la fundaciòn del Banco Venezuela. Matos está vinculado a su directiva.
Matos anota que Guzmán Blanco siempre se opuso a sus aspiraciones presidenciales, pero en 1888, lanza su candidatura sin lograr que el liberalismo amarillo lo prefiera a Juan Pablo Rojas Paúl, a quien Guzmán Blanco había señalado desde París como el sucesor necesario. En los gobiernos de Rojas Paúl, Andueza Palacio. Crespo y Andrade, figura casi siempre como Ministro de Hacienda y su condición de poderoso accionista y director del Banco de Venezuela, aumenta su prestigio pues es la única persona que puede resolver con la rapidez necesaria, las solicitudes de préstamo que constantemente le hace el Gobierno Nacional por carecer de fondo para pagar la alimentación de las tropas y los sueldos de los empleados pùblicos.
En septiembre de 1899, frente a las amenazas que circundan al gobierno de Andrade, Matos que es un viejo amigo de Cipriano Castro se ofrece como negociador y marcha a Valencia con el fin de enterarse de los verdaderos propósitos del general tachirense. La respuesta del jefe revolucionario ante las preguntas de Matos es una orden al Presidente Andrade. "Que se rinda", dice el caudillo andino, ante el asombro del banquero carabobeño  quien comenta en voz baja con su yerno Enrique Pérez: " este es un loco de atar".
" El loco de atar" es proclamado el 20 de octubre, nuevo jefe de la República por el Vicepresidente Víctor Rodríguez que se ha hecho cargo del mando ante el vacío creado por la inesperada decisión del Presidente Andrade que se ha embarcado en La Guaira rumbo a la Isla de San Thomas. Una comisión de notables  entre quienes figura el General Manuel Antonio Matos viaja a Valencia con el propósito de acompañar al General Cipriano Castro en su última jornada y el domingo 22 de octubre, en horas de la tarde, en el vagón presidencial del Ferrocarril Alemán llega a la estación de Caño Amarillo, el General Castro, que desciende al andén  rodeado por el General Luciano Mendoza, Comandante Supremo del Ejército Nacional que había salido a combatirlo; Manuel Antonio Matos y el ex Presidente Villegas Pulido. Las tropas del ejército revolucionario se han quedado en los campamentos de Valencia y Maracay bajo las órdenes del General Juan Vicente Gómez.
Empieza una nueva etapa en la vida política del país. Los liberales amarillos piensan que han encontrado el nuevo jefe con quien reemplazar al General Joaquin Crespo, muerto en el campo de batalla, el año anterior. Y Matos está convencido que su buena estrella polìtica le sigue acompañando y que será la primera figura del nuevo régimen. Pero otros eran los pensamientos e intereses del caudillo vencedor. Además, Matos tiene un adversario muy poderoso en el grupo de los amigos íntimos de Castro como es el ex Presidente Andueza Palacio a quien el tachirense le debía señaladas distinciones de aprecio y confianza en los días de la crisis nacional de 1892. Y Andueza Palacio tiene presente a toda hora que su amigo Matos, lo olvidó muy pronto  para entrar a figurar en los sucesivos gobiernos de Crespo y Andrade, mientras él permanecía en el destierro.
En los primeros días, Matos y Andueza Palacios constituyen las dos figuras centrales del nuevo gobierno. El primero como Canciller y el segundo como factor de entendimiento entre las numerosas fracciones en que se encuentra dividido el liberalismo amarillo y como el hombre capaz de resolver, de inmediato, las angustias presupuestarias del gobierno. Y en una y otra ocasiones, los Bancos Venezuela y Caracas atienden el pago de las tropas con préstamos sin aval y en medio de una situación de inestabilidad que domina en todos los órdenes de la vida venezolana.
La negativa de Manuel Antonio Matos de servir como agente para la consecución de un nuevo empréstito determinará su rompimiento con Castro y la prisión de los miembros de los Directivos de los Bancos de Venezuela y Caracas. Al final del episodio y ante la certeza de que serían enviados al Castillo de San Carlos, los banqueros caraqueños, otorgan el préstamo y meses más tarde habrán de celebrar el histórico banquete de la reconciliación para proclamar su naciente fe castrista. Por lo pronto, Matos ha pasado a encabezar uno de los numerosos grupos de oposición que se están formando en todo el país frente a los propósitos personalistas y regionalistas del nuevo gobernante.
En pocas oportunidades, se ha construido en Venezuela, con los cuadros de la oposición, una alianza tan extensa y poderosa como la que logró Manuel Antonio Matos, al poner de acuerdo a la casi totalidad de los jefes regionales del liberalismo amarillo, e integrar en el bélico proyecto a todos los grupos locales en que se dividía y se subdividía el partido y al conseguir hacer otro tanto con los cuadros del nacionalismo mochista. Predominaban en esta alianza, los jefes orientales encabezados por Domingo Monagas y Nicolás Rolando, pero el centro y occidente del país estaban igualmente representados por los partidarios de Gregorio Segundo Riera, Amábile Solaigne, Rafael Montilla, Luciano Mendoza, Antonio Fernández, Luis Loreto Lima, Luis Crespo Torres, José Ignacio Pinto, entre otros. Al tachirense Juan Pablo Peñaloza, Matos le otorgó el honor y la confianza de la jefatura del Estado Mayor del Ejército revolucionario del occidente. De los jefes nacionales del liberalismo, solo quedaron al lado de Castro, los Generales José Antonio Velutini, Diego Bautista Ferrer, Rafael González Pacheco, Asunción Rodríguez, Luis Mata Ilas, Jacinto Lara y Francisco Linares Alcántara.
Los primeros movimientos de La Libertadora que estallan en diciembre de 1901, tienen como escenario los valles de Aragua, en las vecindades con la tierra guariqueña y los llanos de Cojedes. Comienza una nueva etapa en la vida militar y política de Juan Vicente Gòmez que al medir sus fuerzas con las que comandaban Luciano Mendoza, Antonio Fernández y Luis Loreto Lima inicia la sucesiòn de enfrentamientos bèlicos que llevan a derrotar en sus propios escenarios a los más afamados jefes militares de las diversas provincias, triunfos que culminarán al lograr la rendición en Ciudad Bolívar, del ejército comandado por el General Nicolás Rolando, el 21 de julio de 1903.
Matos desembarca en Guiria, el 15 de mayo de 1902. Para fines de septiembre, Oriente, Guayana, el Sur y el Centro de Occidente están en manos de la revolución. Aragua, Carabobo, una parte de Miranda y el Distrito Federal forman el campo de operaciones que domina el gobierno, quien además cuenta con los contingentesd de tropas que se reclutan constantemente en los Estados andinos. A comienzos de octubre, los siete mil soldados de los ejércitos qeu comandan Matos, Monagas y Rolando marchan desde Aragua de Barcelona hacia los llanos de Guárico en busca del camino de Caracas y otro tanto hacen los siete mil hombres que en Barquisimeto han organizado los Generales Mendoza, Peñaloza y Riera. Castro con siete mil hombres se ha atrincherado en la ciudad de La Victoria. El 12 de octubre de 1902 se inicia el asedio de la plaza y la batalla durará 21 días concluyendo con la derrota de la revolución.
Matos ordena entonces el regreso de los ejércitos a sus lugares de origen y se marcha a Caracas, prometiendo regresar muy pronto para recomenzar la lucha. Pero desde ese momento hasta julio de  1903, la verdadera direcciòn del movimiento revolucionario queda en manos del General Nicolás Rolando.
En diciembre, Castro aprovecha los graves acontecimientos originados por la presencia de naves de guerra de Inglaterra, Alemania e Italia en puertos venezolanos y en son de bloqueo para dividir el frente revolucionario al proponer la formación de un gobierno de defensa nacional y ordenar la libertad del General José Manuel Hernández y de los jefes del nacionalismo que están presos en cárceles y fortalezas. La respuesta de Hernàndez no se hace esperar y al igual que el 23 de octubre de 1899, un nuevo abrazo de Castro y Hernández en los balcones de la Casa Amarilla ante la multitud reunida en la Plaza Bolivar anuncia la incorporación del Mocho y de prominentes nacionalistas a las filas de la colaboraciòn con el gobierno y sella el fracaso de la alianza revolucionaria de liberales y nacionalistas.
La rendiciòn del ejército de Rolando, en Ciudad Bolívar, el 21 de julio de 1903, significa el último episodio en el proceso de liquidaciòn de los partidos tradicionales de Venezuela, iniciado en 1899 con la llegada de Castro al poder y representa la escena final de nuestras guerras civiles.
Las dimensiones nacionales de la Revoluciòn Libertadora y la presencia en sus filas de venezolanos de todas las regiones y edades; de militares y letrados, de agentes del capital internacional y de oscuros guerrilleros analfabetos, de liberales y conservadores otorgan a los manifiestos, proclamas y cartas de este movimiento, un notable valor documental para los investigadores que se dedican a estudiar la dramática primera década de nuestro siglo XX.

Las denuncias de Matos ante la opinión internacional con motivo del juicio en ausencia a que le sometiera Castro, al igual que el proceso seguido en los tribunales norteamericanos contra la "New York and Bermùdez Company" por razones ajenas a sus intereses e intromisiones en Venezuela pero que revelaron en toda su magnitud, su participación y financiamiento del movimiento revolucionario de 1902 y las demandas seguidas por el gobierno de Venezuela a las compañías extranjeras ( New York and Bermudez Company; Cable Francés y Ferrocarril Alemàn) por su abierto  partidarismo revolucionario constituyen material de indispensable conocimiento y estudio para lograr traducir al lenguaje histórico, una explicación menos panfletaria y más objetiva acerca de los factores e intereses que influyeron en el rumbo venezolano por casi medio siglo.