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sábado, 21 de septiembre de 2013

LA LUCHA ARMADA EN LA DÉCADA DE LOS 60. CARLOS ANDRÉS PÉREZ Y HÉCTOR PÉREZ MARCANO>. DOS VISIONES.

Primera parte
Habla Carlos Andrés Pérez

”Cuando el MIR se separa, no sabíamos que iba a pasar casi automáticamente a la lucha armada. Se les conocían sus tendencias, su inclinación. Era una fracción colonizada por el Partido Comunista durante la resistencia. Al irse a la lucha armada, no pudieron conformar una estructura partidista real que pudiera definir su liderazgo. Se metieron en un incendio y la llama los consumió. No sirvieron para nadie. Ni siquiera para ellos, pero sí para castrar a Acción Democrática se llevaron la generación de relevo. Una pérdida trágica. Una generación frustrada. Hay que reconocer que no fue la ambición de poder lo que desgajó este grupo- al ARS, sí-, sino el radicalismo ideológico que les desató la lucha contra Pérez Jiménez, aupado por los comunista…”.
Pérez Marcano…
“… Habernos ido del partido para fundar el MIR y declararnos marxistas-leninistas, ha constituido un hecho de gran trascendencia en la vida política nacional. Nosotros tuvimos y tenemos una gran responsabilidad en todo lo que aconteció políticamente en Venezuela a partir de ese momento. Y por extensión en el trance por el que están pasando la sociedad y la democracia venezolana en los actuales momentos.
Como se ha señalado reiteradamente, los compañeros Pompeyo Márquez y Jesús Farías

 nos aconsejaban no romper con el partido. Nos recomendaban luchar desde su interior para asumir la dirección e imprimirle al partido otra dinámica, otra dirección, distinta de la que pudo desarrollar sin nuestra presencia. Lo cual pudo haberle dado otro rumbo a la política nacional. Muchos consideran que no haber seguido ese consejo fue un grave error que ha incidido de manera determinante sobre el curso que siguieron los acontecimientos hasta el día de hoy. Así nos han reclamado muchos de los que se quedaron en AD, gente honesta, fiel a esa formidable escuela política que fue en su momento Acción Democrática.
PARTE II.
LA INGERENCIA CUBANA.
Carlos Andrés Pérez…
La vuelta a la democracia en Venezuela es un proceso concomitante con el tiempo de la Revolución Cubana. Los sectores de la derecha estaban recelosos y renuentes a respaldarnos. El 23 de Enero tenía cierto olor o sabor de izquierda, de barricada de revolución, que no les gustaba. Ante la presencia de la Revolución Cubana, que no deja opciones, sobre todo porque sale con esa carga de entusiasmo, de fuerza y de vigor y es coreada en toda América Latina, como en nuestro país, por los sectores populares, se resuelven a respaldarnos.
Por la conducta intervencionista de Estados Unidos, cada vez que Castro le propinaba un golpe al “imperialismo”, a las empresas norteamericanas,etc.,nuestros países lo sentían como una reinvindicaciòn.Los sectores intelectuales batieron palmas por el triunfo de la Revolución Cubana. Entonces, el sector de derecha y todo el empresariado, los medios de comunicación, en general, no lo meditaron dos veces para unirse al Gobierno, lo que aprovechado inteligentemente por Rómulo Betancourt, que desde el primer momento mostró claros signos de prevención frente, a lo que significaba la Revolución Cubana para América Latina.
El proceso cubano estimuló la rebeldía de la juventud que luchaba contra la dirigencia histórica de AD, y se vio fortalecida por la Revolución Cubana. No sólo por lo que significaba para los jóvenes de América Latina, sino también por que Castro les dio respaldo. Grupos de muchachos miristas fueron a conversar con Castro. Fue un estímulo múltiple: sí se podrían hacer revoluciones en América Latina; sí se podía romper con el status, con Estados Unidos; y, además, tener ayuda.
Hasta entonces, los movimientos de izquierda no tenían apoyo en ninguna parte, como no fuera en la lejana Unión Soviética, y lo encontraron a qui mismo en el Caribe. Lo que explica el crecimiento del movimiento mirista y el engreimiento, la actitud de reto, triunfadora, de los grupos de izquierda, que, a su vez, afirmó más la presencia de la derecha, de los sectores de clase media, al lado del Gobierno, por el crecimiento de la acción subversiva. Aunque no se podía ver claro que los comunistas o los miristas pudieran sostenerse en la aventura subversiva. En la primera ola del 23 de Enero, los comunistas quedaron abrazados al movimiento democrático, pero Castro no había triunfa aún.
El proyecto de AD estaba claro. No vacilábamos en nuestro camino. No dimos cuenta de que la Revolución Cubana iba rumbo al extremismo. Rómulo se ocupó de dejarlo bien claro. Fue crítico desde el primer momento. Aunque no teníamos un entendimiento con Estados Unidos, tampoco había enemistad ni se propiciaba el enfrentamiento. No utilizamos contra Estados Unidos el apoyo de Eisenhower había proporcionado a Pérez Jiménez. Por otra parte, en los inicios del gobierno de Betancourt comenzó la campaña de Kennedy, quien contrarrestó bastante las prédicas cubanas. Como respuesta a la Revolución Cubana, surgió la Alianza para el Progreso.
En AD, entre tanto, se agudizaron las diferencias. El grupo simpatizante con Castro cantaba loas a lo que ocurría en Cuba. Las acciones de Fidel contra Estados Unidos fortalecieron la posición mirista.
Triunfante, el gobierno cubano escogió a Venezuela como cabeza de puente para expandir la revolución en América Latina. Aunque, con el “espíritu del 23 de Enero”, había un gran deseo de reconciliación, se alentaron motines populares. El Plan de Emergencia de Larrazábal fue consecuencia de esa situación, del estado de ánimo que se creó. Éramos un país en ebullición.
Se confundían la rebeldía caraqueña y el dogmatismo de los comunistas, que hacían cálculos como en tablero de ajedrez. Daban grimas las tesis subversivas aprobadas por el Partido Comunista en su Tercer Congreso. El PCV, a partir de presupuestos que no existían, consideraba que Venezuela era un país que estaba listo y abierto para la revolución; que los campesinos estaban en la miseria y en estado de alzamiento, igual que los sectores populares. Hasta imaginario es difícil. Según ellos, estaban dadas todas las circunstancias objetivas, el país, sólo esperaba el toque revolucionario para estallar.
Mi visita a Fidel Castro demuestra que Betancourt estaba dispuesto a mantener su ofrecimiento de defender a Cuba si Trujillo lo atacaba, pero las cosas se fueron precipitando. Estados Unidos no supo asimilar el problema cubano y contribuyó a radicalizar la Revolución Cubana.
Durante el primer año, las relaciones de Venezuela fueron tranquilas, no hubo agresiones, pero en 1960 fue descubierto un cargamento de armas en las costas de Falcón, un arsenal grande. La agresión de la Revolución Cubana a Venezuela se comprueba en los orígenes de ese armamento. Como consecuencia se propone la Conferencia de Cancilleres de la Organización de Estados  Americanos para denunciarla.
Pérez Marcano se confiesa…
“ Cuando se piensa en la Revolución Cubana, no se puede pensar nunca en la clásica revolución marxista, en el golpe revolucionario ruso, la larga guerra, marcha y lucha de chinos, ni tampoco en la historia de Vietnam comunista… Fidel Castro iba a tomar del comunismo sus estructuras de poder, la economía de producción única estatal, el aparato policíaco y de represión, las técnicas militares, el petróleo, los recursos, la economía, la fábrica, pero no de esa manera clásica, no a través de un partido comunista, que siempre contó muy poco, sino siempre a través de su estructura caudillista, militar y policíaca, que ejercía total sobre todas las actividades del país”. Carlos Fraqui, Cuba, la revolución: ¿mito o realidad”.p.277.
Sucedió en pleno desarrollo de la I Conferencia de la Tricontinental.Todos los participantes estaban alojados en el Hotel Habana Libre, ex Habana Hilton, y él-el gran anfitrión-ocupaba todo el piso 25. El hotel bullía de representantes de los partidos, grupos y movimientos revolucionarios de todo el mundo, desde Chile y Argentina en el extremo austral de nuestro continente hasta Angola, en África, Vietnam, en Extremo Oriente, Marruecos, Argelia en Mediterráneo africano. Participaban 513 delegados de 83 grupos proveniente de Asia, África y América Latina. Entre los asistentes figuraban dos grandes líderes africanos, el guineano Amílcar Cabral, y el líder del Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA) Agostino Neto, que llegaría a ser presidente de Angola, así como el máximo líder de la izquierda chilena, el médico socialista Salvador Allende, como futuro presidente. De allí el nombre de la Conferencia Tricontinental, en alusión a los tres continentes que según la política internacional diseñada por Cuba bajo la directa inspiración de sus dos màs radicales exponentes, Fidel Castro y Ernesto Che Guevara.
La idea guía de la Tricontinental era que, enfrentando la oposición de la URSS y de China, asì como de los dirigentes de los países no alineados (Tito y Gamal Abdel Nasser), Asia, África y América Latina debían convertirse en una hoguera revolucionaria. La Habana se había convertido gracias al empuje de su revolución y al entusiasmo, la fuerza, la inteligencia y el carisma de Fidel- sin olvidar su gigantesco esfuerzo financiero-en la capital mundial de la revolución. Una renovada, una conmovedora visión del socialismo libre de las taras burocrática del estalinismo soviético y de la aplastante carga represiva e imperial dos nomenclatura, debía articular a los movimientos herederos de los procesos neocolonialistas y la lucha por la independencia de los tres continentes. La visión que los poderes establecidos tendrían de este trascendental encuentro sería revelada luego por algunos periodistas norteamericanos en otros términos: los análisis de inteligencia de los servicios secretos franceses establecían que la coordinación internacional de los grupos armados en diferentes continentes y sus redes terroristas habían surgido en enero de 1966 durante la conferencia Tricontinental de La Habana.
La intención del MIR era recabar todo el apoyo de Fidel para incrementar el número de militantes del partido que venían a prepararse para la lucha armada y seguir alimentando el frente guerrillero de El Bachiller a través de Colombia. Un expediente oneroso, difícil, complejo y lleno de riesgos que ya nos había costado algunas pérdidas importantes. Teníamos en esos momentos unos quince hombres entrenándose en Cuba que pronto debían ser enviados al frente a través de Colombia . Fue entonces, en esa reunión en que èl se encontraba solo, cosa muy extraña, sin nadie de su aparato que lo acompañara, que nos dijo que a él se la había ocurrido una idea mucho mejor, que podía resolver el problema. “ En vez de hacer ese largo periplo, peligroso y que puede acarrear muchas bajas, vamos a cortar por lo sano. Vamos a introducir a los hombres directamente nosotros. Vamos a hacer una invasión con todas las reglas.
Aplaudimos y aprobamos la idea de Fidel, naturalmente con mucho entusiasmo, pero no hicimos ninguna gestión concreta para materializarla. Pasaron algunos meses  hasta que se nos pidió que esos quince hombres que teníamos preparándose militarmente se sumaran a un contingente de alrededor de 45 cubanos e iniciaran los entrenamientos y los preparativos en un pueblo de la costa norte de la isla llamada llamada Guanabo, al oeste de la desembocadura del río Guanabo, perteneciente al municipio de Guanabacoa, en la provincia de La Habana. Allí se nos confirmó a todos en una casa de seguridad de Fidel e iniciamos duros e intensos entrenamientos, siguiendo una rutina estrictamente militar.
Los entrenamientos comienzan en abril o mayo del 66 en el más absoluto secreto, siguiendo por cierto las pautas habituales de un entrenamiento guerrillero. Todas las mañanas con la diana, a las 6 en punto, inmediatamente después del desayuno, nos hacemos a la tarea de realizar largas marchas, cargando un morral de entre 20 y 30 kilos, el arma, las vituallas, los pertrechos. Caminar, movilizarse con una pesa carga y ser capaz de resistir las más extremas condiciones ambientales y climáticas, he allí la esencia de la vida guerrillas. Realizamos luego prácticas de tiro con los tipos de armas con las que estamos obligados a familiarializarnos: americanas, soviéticas y chinas.