Habla Carlos Andrés Pérez
”Cuando el MIR se
separa, no sabíamos que iba a pasar casi automáticamente a la lucha armada. Se
les conocían sus tendencias, su inclinación. Era una fracción colonizada por el
Partido Comunista durante la resistencia. Al irse a la lucha armada, no
pudieron conformar una estructura partidista real que pudiera definir su
liderazgo. Se metieron en un incendio y la llama los consumió. No sirvieron
para nadie. Ni siquiera para ellos, pero sí para castrar a Acción Democrática
se llevaron la generación de relevo. Una pérdida trágica. Una generación
frustrada. Hay que reconocer que no fue la ambición de poder lo que desgajó este
grupo- al ARS, sí-, sino el radicalismo ideológico que les desató la lucha
contra Pérez Jiménez, aupado por los comunista…”.
Pérez Marcano…
“… Habernos ido del
partido para fundar el MIR y declararnos marxistas-leninistas, ha constituido
un hecho de gran trascendencia en la vida política nacional. Nosotros tuvimos y
tenemos una gran responsabilidad en todo lo que aconteció políticamente en
Venezuela a partir de ese momento. Y por extensión en el trance por el que
están pasando la sociedad y la democracia venezolana en los actuales momentos.
Como se ha señalado
reiteradamente, los compañeros Pompeyo Márquez y Jesús Farías
nos aconsejaban no romper con el partido. Nos
recomendaban luchar desde su interior para asumir la dirección e imprimirle al
partido otra dinámica, otra dirección, distinta de la que pudo desarrollar sin
nuestra presencia. Lo cual pudo haberle dado otro rumbo a la política nacional.
Muchos consideran que no haber seguido ese consejo fue un grave error que ha
incidido de manera determinante sobre el curso que siguieron los
acontecimientos hasta el día de hoy. Así nos han reclamado muchos de los que se
quedaron en AD, gente honesta, fiel a esa formidable escuela política que fue
en su momento Acción Democrática.
PARTE II.
LA
INGERENCIA CUBANA.
Carlos
Andrés Pérez…
La
vuelta a la democracia en Venezuela es un proceso concomitante con el tiempo de
la Revolución Cubana. Los sectores de la derecha estaban recelosos y renuentes
a respaldarnos. El 23 de Enero tenía cierto olor o sabor de izquierda, de barricada
de revolución, que no les gustaba. Ante la presencia de la Revolución Cubana,
que no deja opciones, sobre todo porque sale con esa carga de entusiasmo, de
fuerza y de vigor y es coreada en toda América Latina, como en nuestro país,
por los sectores populares, se resuelven a respaldarnos.
Por la
conducta intervencionista de Estados Unidos, cada vez que Castro le propinaba
un golpe al “imperialismo”, a las empresas norteamericanas,etc.,nuestros países
lo sentían como una reinvindicaciòn.Los sectores intelectuales batieron palmas
por el triunfo de la Revolución Cubana. Entonces, el sector de derecha y todo
el empresariado, los medios de comunicación, en general, no lo meditaron dos
veces para unirse al Gobierno, lo que aprovechado inteligentemente por Rómulo
Betancourt, que desde el primer momento mostró claros signos de prevención
frente, a lo que significaba la Revolución Cubana para América Latina.
El
proceso cubano estimuló la rebeldía de la juventud que luchaba contra la
dirigencia histórica de AD, y se vio fortalecida por la Revolución Cubana. No
sólo por lo que significaba para los jóvenes de América Latina, sino también
por que Castro les dio respaldo. Grupos de muchachos miristas fueron a
conversar con Castro. Fue un estímulo múltiple: sí se podrían hacer
revoluciones en América Latina; sí se podía romper con el status, con Estados
Unidos; y, además, tener ayuda.
Hasta
entonces, los movimientos de izquierda no tenían apoyo en ninguna parte, como
no fuera en la lejana Unión Soviética, y lo encontraron a qui mismo en el
Caribe. Lo que explica el crecimiento del movimiento mirista y el engreimiento,
la actitud de reto, triunfadora, de los grupos de izquierda, que, a su vez,
afirmó más la presencia de la derecha, de los sectores de clase media, al lado
del Gobierno, por el crecimiento de la acción subversiva. Aunque no se podía
ver claro que los comunistas o los miristas pudieran sostenerse en la aventura subversiva.
En la primera ola del 23 de Enero, los comunistas quedaron abrazados al
movimiento democrático, pero Castro no había triunfa aún.
El
proyecto de AD estaba claro. No vacilábamos en nuestro camino. No dimos cuenta
de que la Revolución Cubana iba rumbo al extremismo. Rómulo se ocupó de dejarlo
bien claro. Fue crítico desde el primer momento. Aunque no teníamos un
entendimiento con Estados Unidos, tampoco había enemistad ni se propiciaba el enfrentamiento.
No utilizamos contra Estados Unidos el apoyo de Eisenhower había proporcionado
a Pérez Jiménez. Por otra parte, en los inicios del gobierno de Betancourt
comenzó la campaña de Kennedy, quien contrarrestó bastante las prédicas
cubanas. Como respuesta a la Revolución Cubana, surgió la Alianza para el
Progreso.
En AD,
entre tanto, se agudizaron las diferencias. El grupo simpatizante con Castro
cantaba loas a lo que ocurría en Cuba. Las acciones de Fidel contra Estados
Unidos fortalecieron la posición mirista.
Triunfante,
el gobierno cubano escogió a Venezuela como cabeza de puente para expandir la
revolución en América Latina. Aunque, con el “espíritu del 23 de Enero”, había
un gran deseo de reconciliación, se alentaron motines populares. El Plan de
Emergencia de Larrazábal fue consecuencia de esa situación, del estado de ánimo
que se creó. Éramos un país en ebullición.
Se
confundían la rebeldía caraqueña y el dogmatismo de los comunistas, que hacían
cálculos como en tablero de ajedrez. Daban grimas las tesis subversivas
aprobadas por el Partido Comunista en su Tercer Congreso. El PCV, a partir de
presupuestos que no existían, consideraba que Venezuela era un país que estaba
listo y abierto para la revolución; que los campesinos estaban en la miseria y
en estado de alzamiento, igual que los sectores populares. Hasta imaginario es
difícil. Según ellos, estaban dadas todas las circunstancias objetivas, el
país, sólo esperaba el toque revolucionario para estallar.
Mi
visita a Fidel Castro demuestra que Betancourt estaba dispuesto a mantener su
ofrecimiento de defender a Cuba si Trujillo lo atacaba, pero las cosas se
fueron precipitando. Estados Unidos no supo asimilar el problema cubano y
contribuyó a radicalizar la Revolución Cubana.
Durante
el primer año, las relaciones de Venezuela fueron tranquilas, no hubo
agresiones, pero en 1960 fue descubierto un cargamento de armas en las costas
de Falcón, un arsenal grande. La agresión de la Revolución Cubana a Venezuela
se comprueba en los orígenes de ese armamento. Como consecuencia se propone la
Conferencia de Cancilleres de la Organización de Estados Americanos para denunciarla.
Pérez
Marcano se confiesa…
“
Cuando se piensa en la Revolución Cubana, no se puede pensar nunca en la
clásica revolución marxista, en el golpe revolucionario ruso, la larga guerra,
marcha y lucha de chinos, ni tampoco en la historia de Vietnam comunista… Fidel
Castro iba a tomar del comunismo sus estructuras de poder, la economía de
producción única estatal, el aparato policíaco y de represión, las técnicas
militares, el petróleo, los recursos, la economía, la fábrica, pero no de esa
manera clásica, no a través de un partido comunista, que siempre contó muy poco,
sino siempre a través de su estructura caudillista, militar y policíaca, que
ejercía total sobre todas las actividades del país”. Carlos Fraqui, Cuba, la
revolución: ¿mito o realidad”.p.277.
Sucedió
en pleno desarrollo de la I Conferencia de la Tricontinental.Todos los
participantes estaban alojados en el Hotel Habana Libre, ex Habana Hilton, y
él-el gran anfitrión-ocupaba todo el piso 25. El hotel bullía de representantes
de los partidos, grupos y movimientos revolucionarios de todo el mundo, desde
Chile y Argentina en el extremo austral de nuestro continente hasta Angola, en
África, Vietnam, en Extremo Oriente, Marruecos, Argelia en Mediterráneo
africano. Participaban 513 delegados de 83 grupos proveniente de Asia, África y
América Latina. Entre los asistentes figuraban dos grandes líderes africanos,
el guineano Amílcar Cabral, y el líder del Movimiento Popular de Liberación de
Angola (MPLA) Agostino Neto, que llegaría a ser presidente de Angola, así como el máximo líder de la izquierda chilena, el médico
socialista Salvador Allende, como futuro presidente. De allí el nombre de la
Conferencia Tricontinental, en alusión a los tres continentes que según la
política internacional diseñada por Cuba bajo la directa inspiración de sus dos
màs radicales exponentes, Fidel Castro y Ernesto Che Guevara.
La idea
guía de la Tricontinental era que, enfrentando la oposición de la URSS y de
China, asì como de los dirigentes de los países no alineados (Tito y Gamal
Abdel Nasser), Asia, África y América Latina debían convertirse en una hoguera
revolucionaria. La Habana se había convertido gracias al empuje de su
revolución y al entusiasmo, la fuerza, la inteligencia y el carisma de Fidel-
sin olvidar su gigantesco esfuerzo financiero-en la capital mundial de la
revolución. Una renovada, una conmovedora visión del socialismo libre de las
taras burocrática del estalinismo soviético y de la aplastante carga represiva
e imperial dos nomenclatura, debía articular a los movimientos herederos de los
procesos neocolonialistas y la lucha por la independencia de los tres
continentes. La visión que los poderes establecidos tendrían de este
trascendental encuentro sería revelada luego por algunos periodistas
norteamericanos en otros términos: los análisis de inteligencia de los
servicios secretos franceses establecían que la coordinación internacional de
los grupos armados en diferentes continentes y sus redes terroristas habían
surgido en enero de 1966 durante la conferencia Tricontinental de La Habana.
La
intención del MIR era recabar todo el apoyo de Fidel para incrementar el número
de militantes del partido que venían a prepararse para la lucha armada y seguir
alimentando el frente guerrillero de El Bachiller a través de Colombia. Un
expediente oneroso, difícil, complejo y lleno de riesgos que ya nos había
costado algunas pérdidas importantes. Teníamos en esos momentos unos quince
hombres entrenándose en Cuba que pronto debían ser enviados al frente a través
de Colombia . Fue entonces, en esa reunión en que èl se encontraba solo, cosa
muy extraña, sin nadie de su aparato que lo acompañara, que nos dijo que a él
se la había ocurrido una idea mucho mejor, que podía resolver el problema. “ En
vez de hacer ese largo periplo, peligroso y que puede acarrear muchas bajas, vamos
a cortar por lo sano. Vamos a introducir a los hombres directamente nosotros.
Vamos a hacer una invasión con todas las reglas.
Aplaudimos
y aprobamos la idea de Fidel, naturalmente con mucho entusiasmo, pero no
hicimos ninguna gestión concreta para materializarla. Pasaron algunos meses hasta que se nos pidió que esos quince hombres
que teníamos preparándose militarmente se sumaran a un contingente de alrededor
de 45 cubanos e iniciaran los entrenamientos y los preparativos en un pueblo de
la costa norte de la isla llamada llamada Guanabo, al oeste de la desembocadura
del río Guanabo, perteneciente al municipio de Guanabacoa, en la provincia de
La Habana. Allí se nos confirmó a todos en una casa de seguridad de Fidel e
iniciamos duros e intensos entrenamientos, siguiendo una rutina estrictamente
militar.
Los
entrenamientos comienzan en abril o mayo del 66 en el más absoluto secreto,
siguiendo por cierto las pautas habituales de un entrenamiento guerrillero.
Todas las mañanas con la diana, a las 6 en punto, inmediatamente después del
desayuno, nos hacemos a la tarea de realizar largas marchas, cargando un morral
de entre 20 y 30 kilos, el arma, las vituallas, los pertrechos. Caminar, movilizarse
con una pesa carga y ser capaz de resistir las más extremas condiciones
ambientales y climáticas, he allí la esencia de la vida guerrillas. Realizamos
luego prácticas de tiro con los tipos de armas con las que estamos obligados a
familiarializarnos: americanas, soviéticas y chinas.