"El golpe del 4 de febrero fue una sorpresa
para mí. No contábamos -una gran imprevisión- con la posibilidad de la
insurgencia militar. Desde que llegue al gobierno tenía la decisión de
investigar a fondo lo que había sucedido con los tanques que intentaron hacer
preso a Simón Alberto Consalvi, cuando estuvo encargado de la Presidencia a
finales del gobierno de Lusinchi.. Llamé a Italo Del Valle Alliegro y se lo
dije, pero en el tráfago de problemas tan difíciles que se nos presentaron
descuidé ese aspecto. Si hubiéramos aclarado lo de las tanquetas que rodearon
el MRI, habríamos desenmarañado el origen de todo. Nunca pensé que al regresar
de Suiza me iba a encontrar con la intentona golpista. Si lo hubiera sospechado
no hubiera ido a Davos.
Un día recibí una comunicación
de un jefe regional de la Disip, de San Juan de los Morros o de Valle de la
Pascua. Me informaba que tenía conocimiento de una conspiración. Le envié una
nota a Izaguirre diciéndole que llamara el comisario. Nada se hizo. Ahí esté el
problema. La burocracia es terrible. Los imponderables son muchos. Si yo
hubiera estado en Caracas el 4 de febrero y no en Suiza, no hubiera pasado
nada. Me hubieran llegado informaciones que sobre lo que iba a pasar tenían
varios jefes militares. Como había tantos "corto circuitos"
entre los altos oficiales no se tuvo un conocimiento integral de la
conspiración preparada por Francisco Arias Cárdenas Y Hugo Chávez. El exceso de
confianza de oficiales generales había provocado rivalidades tremendas y
competencias para ocupar los cargos y para tener influencia sobre esto o
aquello. El general Fernando Ochoa Antich no estaba enterado de la confesión
que había hecho el capitán, que era novio de la hija del director de la
Academia Militar, el general Manuel Delgado Gainza; la delación completa de la
conspiración. El ministro de la Defensa no lo sabía porque la había recibido el
general Monserrate. Había, rivalidades, celos.
El día 3 de febrero, a
mediodía, el director de la Academia Militar le había participado al comandante
general del Ejército todo el plan. De manera que se reunieron y tomaron algunas
medidas, pero no le participaron nada al Ministro de la Defensa, que estaba en Maracaibo...
También supe después que el jefe del DIM había comunicado al comandante del
regimiento Guardia de Honor información sobre la intentona; sin embargo, el comandante
no hizo nada, no acudió al comando ni me esperó en Miraflores. El regimiento
fue neutralizado por la acción de los tanques, sólo pudo entrar en acción
cuando yo había dejado Miraflores.
Asombra la falta de coordinación y la
apatía con las que se recibió una información que pudiera haber impedido que
las cosas llegaran a donde llegaron.
El ministro de la Defensa llegó a las
6.oo pm al aeropuerto para tomar medidas y asegurar que yo no tuviera ningún
inconveniente en el aterrizaje. ¿`Por qué no me lo dijo? No tenía comunicación
con el Ministerio, no le habían dicho que sabían de la denuncia que hizo el
director de la Escuela Militar. Sólo tenía parte de la información. De manera
que es inconcebible, pues uniendo todas las informaciones se podía prever un
golpe para la madrugada. De haber sido así, de Maiquetía no me voy a la Casona
sino a Miraflores, y con el ministro comenzamos a alertar a las guarniciones y
a tomar medidas, aunque ya era tarde. Eran las 11 de la noche y ya estaba la
movilización en marcha. Producido el suceso, mi obligación era tratar de
controlar la situación.
Falló la inteligencia. En 1991 ocurrió
un hecho de significación: el comandante general del Ejército había ordenado el
cambio violento de más de una docena de mayores y comandantes de batallón, a
los que pertenecían quienes luego participaron en el golpe, una logia que tenía
varios años funcionando. Por sentido común, me parecía peligrosa la forma como
se pretendía enfrentar esa situación. El ministro de la Defensa me informó que
no había elementos suficientes para comprobar la actividad conspirativa de esos
oficiales y que sacarlos de puestos de comando podía provocar una reacción
negativa en las Fuerzas Armadas. Decidí paralizar la acción. También había una
purga entre el jefe del DIM y el comandante del Ejército. Eso resultaba muy
grave, pues paralizó la investigación y le dio oxigeno a conspiradores a punto
de ser descubiertos y sometidos a normas disciplinarias.
Cuando salí para Davos,
Suiza, a una reunión de los más calificados representantes del mundo
internacional financiero, me fui sin temor de ninguna especie, aunque los
sucesos de noviembre y diciembre me habían preocupado...Regresé el 4 de
Febrero, pasadas las 10.oo de la noche. Al bajar de la escalerilla del avión,
me sorprende la presencia del Ministro de la Defensa al lado del Ministro del
Interior, Virgilio Ávila Vivas, quien quizás era el único que me recibía en
estos casos, para informarme sobre las novedades. Incluso, antes de saludarlo
le pregunté al ministro de la Defensa.
- General, ¿que hace usted aquí?
- No Presidente. Llegué anoche de Maracaibo. Supe que usted venía y decidí
esperarlo- me respondió muy tranquilo.
Les dije que se vinieran conmigo y me acompañaran hasta
la Casona. En el trayecto, luego de contarles los pormenores de la reunión, les
confesé que venía molido del largo viaje y de las largas jornadas de trabajo. Después
de que pasamos el segundo túnel de la autopista, el ministro de la Defensa me
dijo:
- Presidente,
¿sabe que hoy se corrió el rumor de que a usted no lo iban a dejar aterrizar en
el aeropuerto?
Yo me volteo y le digo:
Ministro, ¿rumor?, ¿rumor?
. Si un rumor.
. ¿No hay
nada?
No Presidente.
Vamos a ponerle coto a esto- le repondì.,
Vamos a ver qué ocurre en las Fuerzas Armadas. Vaya mañana a las 8.oo de la
mañana a Miraflores. Como no tengo agenda, voy a dedicarle todo el día a
reuniones militares para desantrañar lo que esta pasando.
Llegamos a la Casona y los dos ministros se despidieron. Saludo a mi familia
y me voy a dormir. Una hora después tocan la puerta. Se trata de mi hija
Carolina, que me dice que me llaman por teléfono, pues por el sueño tan
profundo no escuché el timbre. Era el ministro de la Defensa:
- Presidente, no eran
rumores. Hay un alzamiento en Maracaibo- me dice.
- ¿En Maracaibo?
- Sí, en Maracaibo, seguro.
- Váyase
inmediatamente para el Ministerio de la Defensa, yo salgo para Miraflores.
< Es falso que Ochoa Antich estuviera involucrado en
el golpe del 4 de febrero. Absolutamente falso. Si hubiera estado involucrado
con sólo haberse demorado unos cinco minutos en avisarme, me hubieran matado.
No hay la menor duda>.
Efectivamente me puse la pijama el mismo flux que traía de
Davos y ordené alistarán la caravana presidencial. Me respondieron que no había
caravana.
- No importa yo tengo el carro
listo.
Salí en un carro, escoltado apenas por otro vehículo. Llegué a
Miraflores. Todo estaba tranquilo. No había ninguna situación de alarma. Pregunté
por el Comandante del regimiento Guardia de Honor y me respondieron que no
estaba. Ordené que lo buscaran y que pusieran en alerta la Guarnición. Llamé a
Ochoa por teléfono.
- Presidente, esto es grave. Yo estoy rodeado, me
dice.
EEeEn ese momento oigo el choque de un tanque contra las rejas de Miraflores. Los
oficiales que estaban conmigo resolvieron abrir la puerta que conduce al
Despacho para ver lo que estaba pasando. Éramos sólo mis edecanes, la escolta
civil y yo. Unas diez personas. Para colmo, no había armas. Uno de los
choferes, un soldado, tuvo el valor de irse al estacionamiento y sacar de los
carros unas ametralladoras. El regimiento del Palacio Blanco estaba cerrado. Yo
llamaba y no aparecía el comandante.
Contacte de nuevo al ministro. Le digo que
nos están atacando. Me reitera que está rodeado y me limito a advertirle que
nos preparamos para defendernos. De inmediato comienza a titilar la lucecita
roja del teléfono, que en el despacho no suena. Levanto el auricular. Es el
presidente de Colombia, César Gaviria. En ese momento, ya el tiroteo era
abierto, con detonaciones de los tanques, las ametralladoras, fusiles y
pistolas.
-¿ Que está pasando, Presidente?.
me preguntó Gaviria.
Alcé el auricular para que escuchara el
ruido de los disparos.
- Creo que sobran las explicaciones, presidente Gaviria. Aún no tengo todos los
elementos de la situación...
Parte
2
CAP. le explicaba a duras penas al presidente
Gaviria telefónicamente la situación que vivían en Miraflores... Vino un
tiroteo largo. “Me asomo y constato que estamos rodeados. En ese momento, el
comandante Régulo Anselmi Espino, uno de los edecanes, me dice que debo protegerme.
Subo a la suite vieja. Con luces apagadas, a través de la ventanilla, observo en
detalle lo que ocurre en el exterior del palacio. Hay dos tanques. Uno en la
puerta de acceso al palacio y otro frente a mí. Miro hacia el regimiento y
constato que está completamente a oscuras. Aunque no deben extrañarme las luces
apagadas, se trata de una medida de elemental prudencia, pero no veo movimiento
alguno. Retiro la cabeza para cerrar y, en este momento estalla un tiro en la
ventana. No había luz adentro; sin embargo, la de afuera refleja mi presencia.
Me descubrieron, pero fallaron el tiro. Sólo alcanzaron a destrozar la ventana.
Bajo de nuevo angustiado porque el tiempo transcurría,
el ataque arreciaba y la única defensa era el grupo de oficiales, soldado y
escolta civil que me acompañaban. Pedí una ametralladora y me dispuse a
afrontar las circunstancias. En ese momento resulto herido o muerto el jefe de
los asaltantes.
Después
de una hora de combate, llamé de nuevo al ministro de la Defensa. Me dice que
ya tiene el cuadro claro, que la situación es muy grave. Me informa de
alzamientos en otros lugares.
- Ministro -
le respondí, hay que seguir adelante. Aquí acaba de cesar el tiroteo, yo voy a
salir.
- Me
parece bien, pero es muy peligroso, Presidente- respondió.
Le
repliqué que lo contactaría desde el sitio al cual me dirigía.
Llamé al jefe de la Casa Militar, el almirante Mario Carratú y le ordené que me
buscara el sitio de menos riesgo para salir.
Carratù empalideció.
Me dijo:
- Presidente,
usted no puede salir.
Almirante le estoy dando
una orden; no lo estoy consultando. A los diez minutos ya había
preparado la salida. En ese lapso, y de manera increíble, durante
una tregua, Virgilio Avila Vivas y el secretario general de AD, Luis Alfaro
Ucero, habían logrado entrar. Con ellos nos dirigimos al estacionamiento. Para
poder llegar tuvimos que romper la puerta. En ese camino Alfaro se quedó
regazado.
En un pequeño carro, nos dispusimos a salir por la calle que
da al Fermin Toro, en la parte posterior de Miraflores, sin saber que nos
esperaba afuera. Instruí al conductor para que cuando se abriera la puerta
saliera a toda máquina, sin mirar a otra parte que no fuera al frente y buscara
la avenida Fuerzas Armadas. Se presentó algo inesperado no encontraban la llave
de la gran puerta de acero del estacionamiento. Cuando pudieron abrir, empezó a
sonar la alarma. Le dije al chofer que tan pronto se abriera lo suficiente para
que pudiera pasar el carro, arrancara a toda velocidad. “Sin mirar a los
lados", le advertí de nuevo. Así lo hizo. Logramos sorprenderlos y aunque
no dispararon no pudieron detenernos.
De la Fuerzas Armadas ordené tomar la
Cota Mil y desde allì nos comunicamos con Venevisión. Les dije que me dirigía a
hacia allá, que prepararan el estudio. En Miraflores me había cambiado de ropa.
Mientras alistaban el estudio, llamé a Ochoa. Le dije que me aprestaba a hablar
a través de la televisión. Me preguntó dónde y le dije que no le decía, pero
que estuviera pendiente de la televisión... En Fuerte Tiuna colocaron los
televisores a todo volumen y en dirección a las tropas que cercaban el
edificio, que al oír mis palabras se rindieron.
Creo que la decisión de dirigirme al país fue acertada y la definitiva. El
golpe tenía dimensión, no en número de de fuerza de choque sino en los
sitios que habían tomado y la cantidad de armas que tenían en su poder. El único
objetivo que no pudieron tomar fue Miraflores. Si yo me hubiera bañado y
cambiado de ropa en la Casona, quizás no hubiera podido salir. Miraflores es el
centro del poder, el símbolo.
En la apresurada partida, como lo cuenta Pérez, olvidaron y dejaron
abandonado en Palacio a su suerte, nada menos que a Luis Alfaro Ucero, jefe del
partido de gobierno
El ministro de la Defensa, Fernando Ochoa Antich, después de conversar
telefónicamente con Chávez, le ofrece al Presidente enviar como interlocutor
hacia el sitio (Museo Histórico Militar de la Planicie-donde se encontraba Chávez-
le ofrece al Presidente como interlocutor hacia el sitio a un amigo intimo de
ambos militares, el Gneral Gullermo Santéliz Ruiz, quien tiempo después será el
cuidador de los intereses políticos del entonces comandante golpista ante el Consejo
Supremo Electoral cuando accede a la presidencia.
* Ochoa Antich y Santeliz
son compañeros de promoción y hacen parte de una suerte de logia castrense que
se constituye en sus tiempos de coroneles, cuando cursan estudios en el
Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional, cuyo director es el general
de división Josè Antonio Olavarría. A sus miembros se les llama entonces
Notables.
*
Chávez se rinde sin disparar un tiro, mediando una amenaza presidencial de
bombardearlo, y mediando en diálogo telefónico previo entre este y Santeliz,
quien se encuentra en Miraflores. Luego acompañado por Santeliz, abandona
su " cuartel " de circunstancia y marcha hacia el Ministerio de la
Defensa, en Fuerte Tiuna, para hacer entrega formal de las armas. Pero llega
dos horas y media después. Ha estado, con conocimiento de Santeliz y
justificación de Ochoa...
Parte
3
" Al rato Santeliz me dice:
- Señor Presidente, el comandante se rinde, pero quiere que yo vaya a
buscarlo.
Acepto mi error. No le ordené a la Casa Militar que lo acompañara. Le debí
mandar con el almirante Carratú Molina. Cuando voy a retirarme un momento de la
oficina, a las 5 de la mañana, me llama Ochoa.
- Perdón, Presidente. Estaba
hablando con el general Santeliz sobre si sería conveniente que Santeliz trate
de convencer a Chávez para que hable por televisión. Ochoa me replica que los
militares que no se han rendido están en el cuartel Libertador de Maracaibo,
donde hay armamento con capacidad explosiva de gran magnitud, y que Francisco
Arias Cárdenas sabe que no podemos bombardear: destruiríamos media ciudad de
Maracaibo. Me doy cuenta de la situación y reaccioné.
- Ustedes tienen
que comprender que a un señor, que participa en un golpe, no se le puede dar la
posibilidad de hablar por televisión; quien sabe lo que va a decir, qué
proclamas dirigirá a las Fuerzas Armadas. Lléveselo preso al Ministerio, métalo
en un habitación, pòngale una cámara de televisión, graben y luego editan. Dedes
luego, no me volví a ocupar de eso.
Después
me enteré de que Chávez había hablado en directo por la televisión. Me indigné.
Llamo a Ochoa. Me asegura que había dado las instrucciones. Increíble a Chávez
se le permitió hablar por televisión, contrariando una instrucción expresa que
le di al ministro de la Defensa, en presencia de quien fue a buscar a Chávez al
antiguo Ministerio de la Defensa desde la Planicie. En alguna parte estuvieron.
Después del propio Ochoa Antich me contó que Santeliz le había permitido a Chávez
romper documentos. Esos son los defectos de Ochoa. Yo le dije que era el
responsable, de él sabía que lo primero que había que hacer era quitarle los
documentos.
- Sí- me contestó-, pero como era un
hombre que se estaba rindiendo.
Eso fue gravísimo, quién sabe a dónde
lo llevo Santeliz.