El
cuartelazo que obligara a Don Rómulo Gallegos a ingresar a la caravana dolorosa
de los Presidentes proscritos conmovió profundamente a América Latina. Dos
razones produjeron ese cambio de actitud en un hemisferio tocado ya por el velo
sutil de la indiferencia ante los episodios. Perdía su investidura la más alta
cifra del pensamiento venezolano y el más ilustre de los novelistas vivos para
ese momento de la lengua castellana.
Los
cuartelazos son sucesos corrientes en América. Los europeos
pueden medir su historia por el número de guerras en que se hayan desgarrado.
Nosotros utilizamos un método más tosco, pero menos destructivo, de
contabilizar nuestro proceso histórico. Para trazar la biografía de cada país
de los que forman el conjunto mestizo de la América, hacemos el balance de los
cuartelazos que hayan sacudido su existencia republicana. Existen naciones en
este continente que han presenciado varios golpes de Estado en el curso de un
año. Y otras que han discurrido durante largo tiempo sin gobierno porque el
tránsito de las facciones armadas por el Palacio Presidencial ha sido efímero y
tan sangriento que no tuvieron oportunidad de estructurar un sistema de mando y
administración. Si no fuera por la intervención de elementos signados por un
repugnante primitivismo en esos torneos de violencia, los latinoamericanos
pudiéramos dictarle a los otros continentes, y por el moderno método de la
enseñanza por correspondencia, varios cursillos sobre la técnica del
cuartelazo. Después de todo, esta iniciativa no resulta tan detestable si se
recuerda que Curzio Malaparte escribió una soporífera " Técnica de un
golpe de Estado".
CONVERSACIONES ENTRE
ALBERTO CARNEVALI Y MANUEL PÉREZ GUERRERO-
El 16 de
noviembre de 1948, discutíamos el doctor Manuel Pérez Guerrero y yo en la Casa
Nacional de AD, sobre el problema de la inflación y sus posibles repercusiones
en el futuro económico del país. Cada mes, eran mayores las entradas de divisas
para el Banco Central de Venezuela. La circulación monetaria crecía
visiblemente y el presupuesto del Estado acusaba desapacibles tendencias a la
inflación. Entre tanto las ganancias del comercio importador eran
astronómicas... El Ministro Pérez Guerrero estaba dispuesto a auspiciar las más
graves medidas para desviar hacia finalidades constructivas el aluvión
inflacionario. Proyectaba racionar las importaciones, prefiriendo las que
entraran maquinaria, implementos agrícolas y equipo. Un severo crédito hacia el
fomento de la producción. El presupuesto se limitaría a las estrictas
necesidades del Estado, prescindiéndose de gastos burocráticos o suntuarios. Y
finalmente la esterilización de los excedentes monetarios para formar las
reservas indispensables en un período de crisis universal. Sobre estos tópicos conversábamos,
cuando a los ocho de la noche un anuncio brutal nos sacó de las
reflexiones venezolanistas. En La Guaira se había descubierto un complot
fraguado allí con alegre desenfado por el mayor Tomás Mendoza. Mientras este
hombre juramentaba a algunos camaradas suyos de armas, funcionarios del
Gobierno escuchaban atentos, simultáneamente con este anuncio, desde la
Victoria informaban que el mayor de aviación José Castro León promovía
reuniones conspirativas con los oficiales de la guarnición local. Pérez
Guerrero abandonó la Casa Nacional del Partido para dirigirse a su habitación y
posteriormente al Palacio de Miraflores. Y yo salí a la calle por la cual
discurrían los vehículos con apresurada confianza. En las esquinas había
grandes afiches que invitaban al estreno de Tristán e Isolda, escenificada por
una prestigiosa compañía de ópera norteamericana.
LA TRAICIÒN EN LA PROPIA CASA.
Los
rumores invadían el ambiente muchos expresaban- estamos en presencia- de un
problema de gobierno que debe resolverse con entera rapidez. Que el presidente
de la República cite a su despacho al Ministro de Defensa Nacional
teniente-coronel Delgado Chalbaud y a sus colegas de mando los tenientes
coroneles Pérez Jiménez y Llovera, por el fundado temor que son ellos los que
estén moviendo la mano de los oficiales sorprendidos en la preparación del
complot...
Otros aseguraban que varios cuarteles se disponían
a confluir hacia Miraflores para apresar al Presidente y a sus Ministros. Y así,
la aguja de rumores iba zurciendo las más extrañas conjeturas... Fue el viernes
19 de noviembre cuando por boca de un miembro de la Dirección Nacional- vine (Carnevali)
vine a enterarme del proceso que se estaba cumpliendo en las esferas superiores
del Gobierno para debelar el complot. Gallegos convocó a Delgado, Pérez Jiménez
y Llovera Páez a su despacho, comenzó diciendo. Al enterarles del
descubrimiento de la conspiración, los dos últimos manifestaron que ello
obedecía al descontento producido en las Fuerzas Armadas por la gestión del
Gobierno y que la única forma de conjurar el complot era-a su juicio- la
reforma del Gabinete para incluir en él varios militares. Delgado Chalbaud
propuso, conciliador, que el problema se solucionaría si el Presidente exponía
a una asamblea de oficiales las directrices de su política, que eran excelentes
e indiscutibles. Para asegurar la condición "no deliberante" del
Ejército se prohibirían los comentarios o el uso de la palabra en una asamblea,
limitándose los oficiales que a ella concurrieran a escuchar la palabra
presidencial. La propuesta fue aceptada y Gallegos se dirigió a la oficialidad
en el Cuartel Ambrosio Plaza. Horas después Pérez Jiménez y Llovera Páez
desplegaban una campaña de rumores dentro de las guarniciones, según los
cuales, las palabras de Gallegos eran el indicio de una etapa de detenciones en
masa, de juicios marciales y de confinamientos. Y que para respaldar esa actitud
gubernamental, AD estaba convocando a sus milicias terroristas que incendiarían
a Caracas y asesinarían a los oficiales del Ejército. En vista de esta
circunstancia y de que Delgado Chalbaud no ordenaba la detención del mayor
Mendoza, quien ya había sublevado el cuartel de La Guaira, Gallegos volvió a
citar al alto mando del Ejército a su despacho de Miraflores. En tono categórico,
honroso y viril habló el Presidente...