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martes, 19 de noviembre de 2013

INTIMIDADES DE UN GOLPE MILITAR CLASICO. 24 DE NOVIEMBRE DE 1948. DOS REALIDADES: EL GENIO DE BOLÌVAR Y LA PLUMA EXIMIA DE DON RÓMULO GALLEGOS.

El cuartelazo que obligara a Don Rómulo Gallegos a ingresar a la caravana dolorosa de los Presidentes proscritos conmovió profundamente a América Latina. Dos razones produjeron ese cambio de actitud en un hemisferio tocado ya por el velo sutil de la indiferencia ante los episodios. Perdía su investidura la más alta cifra del pensamiento venezolano y el más ilustre de los novelistas vivos para ese momento de la lengua castellana.
Los cuartelazos son sucesos corrientes en América. Los europeos pueden medir su historia por el número de guerras en que se hayan desgarrado. Nosotros utilizamos un método más tosco, pero menos destructivo, de contabilizar nuestro proceso histórico. Para trazar la biografía de cada país de los que forman el conjunto mestizo de la América, hacemos el balance de los cuartelazos que hayan sacudido su existencia republicana. Existen naciones en este continente que han presenciado varios golpes de Estado en el curso de un año. Y otras que han discurrido durante largo tiempo sin gobierno porque el tránsito de las facciones armadas por el Palacio Presidencial ha sido efímero y tan sangriento que no tuvieron oportunidad de estructurar un sistema de mando y administración. Si no fuera por la intervención de elementos signados por un repugnante primitivismo en esos torneos de violencia, los latinoamericanos pudiéramos dictarle a los otros continentes, y por el moderno método de la enseñanza por correspondencia, varios cursillos sobre la técnica del cuartelazo. Después de todo, esta iniciativa no resulta tan detestable si se recuerda que Curzio Malaparte escribió una soporífera " Técnica de un golpe de Estado".
CONVERSACIONES  ENTRE ALBERTO CARNEVALI Y MANUEL PÉREZ GUERRERO-
El 16 de noviembre de 1948, discutíamos el doctor Manuel Pérez Guerrero y yo en la Casa Nacional de AD, sobre el problema de la inflación y sus posibles repercusiones en el futuro económico del país. Cada mes, eran mayores las entradas de divisas para el Banco Central de Venezuela. La circulación monetaria crecía visiblemente y el presupuesto del Estado acusaba desapacibles tendencias a la inflación. Entre tanto las ganancias del comercio importador eran astronómicas... El Ministro Pérez Guerrero estaba dispuesto a auspiciar las más graves medidas para desviar hacia finalidades constructivas el aluvión inflacionario. Proyectaba racionar las importaciones, prefiriendo las que entraran maquinaria, implementos agrícolas y equipo. Un severo crédito hacia el fomento de la producción. El presupuesto se limitaría a las estrictas necesidades del Estado, prescindiéndose de gastos burocráticos o suntuarios. Y finalmente la esterilización de los excedentes monetarios para formar las reservas indispensables en un período de crisis universal. Sobre estos tópicos conversábamos, cuando a los ocho de la noche un  anuncio brutal nos sacó de las reflexiones venezolanistas. En La Guaira se había descubierto un complot fraguado allí con alegre desenfado por el mayor Tomás Mendoza. Mientras este hombre juramentaba a algunos camaradas suyos de armas, funcionarios del Gobierno escuchaban atentos, simultáneamente con este anuncio, desde la Victoria informaban que el mayor de aviación José Castro León promovía reuniones conspirativas con los oficiales de la guarnición local. Pérez Guerrero abandonó la Casa Nacional del Partido para dirigirse a su habitación y posteriormente al Palacio de Miraflores. Y yo salí a la calle por la cual discurrían los vehículos con apresurada confianza. En las esquinas había grandes afiches que invitaban al estreno de Tristán e Isolda, escenificada por una prestigiosa compañía de ópera norteamericana.
LA TRAICIÒN EN LA PROPIA CASA.
Los rumores invadían el ambiente muchos expresaban- estamos en presencia- de un problema de gobierno que debe resolverse con entera rapidez. Que el presidente de la República cite a su despacho al Ministro de Defensa Nacional teniente-coronel Delgado Chalbaud y a sus colegas de mando los tenientes coroneles Pérez Jiménez y Llovera, por el fundado temor que son ellos los que estén moviendo la mano de los oficiales sorprendidos en la preparación del complot...

Otros aseguraban que varios cuarteles se disponían a confluir hacia Miraflores para apresar al Presidente y a sus Ministros. Y así, la aguja de rumores iba zurciendo las más extrañas conjeturas... Fue el viernes 19 de noviembre cuando por boca de un miembro de la Dirección Nacional- vine (Carnevali) vine a enterarme del proceso que se estaba cumpliendo en las esferas superiores del Gobierno para debelar el complot. Gallegos convocó a Delgado, Pérez Jiménez y Llovera Páez a su despacho, comenzó diciendo. Al enterarles del descubrimiento de la conspiración, los dos últimos manifestaron que ello obedecía al descontento producido en las Fuerzas Armadas por la gestión del Gobierno y que la única forma de conjurar el complot era-a su juicio- la reforma del Gabinete para incluir en él varios militares. Delgado Chalbaud propuso, conciliador, que el problema se solucionaría si el Presidente exponía a una asamblea de oficiales las directrices de su política, que eran excelentes e indiscutibles. Para asegurar la condición "no deliberante" del Ejército se prohibirían los comentarios o el uso de la palabra en una asamblea, limitándose los oficiales que a ella concurrieran a escuchar la palabra presidencial. La propuesta fue aceptada y Gallegos se dirigió a la oficialidad en el Cuartel Ambrosio Plaza. Horas después Pérez Jiménez y Llovera Páez desplegaban una campaña de rumores dentro de las guarniciones, según los cuales, las palabras de Gallegos eran el indicio de una etapa de detenciones en masa, de juicios marciales y de confinamientos. Y que para respaldar esa actitud gubernamental, AD estaba convocando a sus milicias terroristas que incendiarían a Caracas y asesinarían a los oficiales del Ejército. En vista de esta circunstancia y de que Delgado Chalbaud no ordenaba la detención del mayor Mendoza, quien ya había sublevado el cuartel de La Guaira, Gallegos volvió a citar al alto mando del Ejército a su despacho de Miraflores. En tono categórico, honroso y viril habló el Presidente...

RESPUESTA DE CARLOS DELGADO CHALBAUD A UNA CARTA DEL DOCTOR GONZALO CARNEVALI, EMBAJADOR DE VENEZUELA EN WASHINGTON

Señor doctor Gonzalo Carnevali
Washington.
 Solo a título personal, como se debe responder a quien prefirió el gesto del publicista al severo ademán del diplomático, representante de la dignidad perenne de la Nación, contesto a usted su carta escrita el 5 de este diciembre.
No lo hago por mí, ní porque lo que en ella dice requiere réplica, sino para significarle desde ahora que lo ocurrido en Venezuela en los ultimos tres años y lo por venir, dejan vacías de sentido sus palabras y al desnudo los sofismas con que cubre sus faltas de informacion y de comprensión de lo venezolano.
A pesar de la pasión que a usted conmueve, le reconozco mi espiritu de sacrificio para cumplir con exceso y lujo inútiles su curioso sentido del deber civil, el cual le permita el menoscabo de la representación que recibió, en favor del gesto egoísta.
No busque explicaciones para nuestra actitud. atenuantes y benevolencias sobran. No las busque usted fuera de nuestro país, porque sólo dispone de algo que es peor que la mentira: la verdad a medias, deformada, servida por la propaganda de un Partido que se hizo ambiente en medios y con hombres dóciles a la dádiva y al halago.
Ni las espere de usted, porque en su mente, por ahora, sólo hay formulaciones no contrastadas con realidades, pues, del reciente dolor venezolano estuvo ausente durante sus 3 años displicentemente, por lo cual ignoró que el Partido oficial precipitó al país a la mas peligrosa crísis de la economía y de la moral nacional.
No entenderá usted lo que es sencillo y simple para el venezolano de hoy, el que ha visto con emoción patriótica y de cerca la angustia colectiva. No entenderá, digo, que las intervenciones militares de octubre del 45 y de noviembre de este año, son sólo momentos de un mismo fenómeno. Primero confiamos ingenuamente en que los hombres a quienes se entregó el gobierno impulsaron el país hacia su progreso y que la vida nacional, viciadas por arcaicas prácticas de personalismo cobraría agilidad y vigor. 
Luego, al ver como se desataron mezquinas pasiones y cómo se desbordaron  las ambiciones del hombre mediocre, antes que la vida pública perdiera toda perspectiva  y jerarquía, de que se entronizara la ineptitud y continuara gobernando la astucia desde la penumbra, se puso freno, se impidió el vértigo, se contuvo la aceleración irresponsable de la vida social. Y la historia constatará que las Fuerzas Armadas Nacionales, con previsión certera y acción incruenta, impulsaron y frenaron a un tiempo, cumpliendo elevada función de noble intención y serena eficacia. Por eso hablar de revolución de Noviembre, es una impropiedad, una inercia verbalista. De lo que se trata es de la Marcha ascendente de Venezuela impulsadas por fuerzas sanas, protegidas por su Institución Armada, quie es democrática por su composición y liberal por su actitud, hacia el ejercicio del poder público por los ciudadanos todos, no por un grupo, síntesis de la verdadera democracia política. Resultando que la equivocación por usted sufrida con  las Fuerzas Armadas ha sido voluntaria y gratuita.
El Partido político favorecido en octubre del 45 realizó consulta electoral. Pero falto de auteridad republicana y de escrúpulos cívicos, procuró de diversos modos una decisión ventajosa, provocando confusión totalitaria entre partido y Estado, causando la perversión del mérito del voto popular. Así, todos los organismos elegibles se formaron con abrumadora mayoría sectaria, y las ramas del Poder Público pasaron a ser fracciones de la actividad partidista dirigida por un comité central. No había necesidad de moral administrativa, ni de justicia ni de eficacia, ni de llevar ni rendir cuentas. Ni de alternabilidad, ni de responsabilidad en el Gobierno.
La voluntad arbitraria de un hombre fue sustituída por los caprichos de una singular oligarquía dispuesta a amañar la leyes, a desvirtuar las instituciones, ante la cual sólo quedó, señera, la vigilancia de las Fuerzas Armadas Nacionales, cuyo comando habia las preservado de la vorágine y mantenido en su unidad institucional. Observábamos con ansiedad el desigual combate entre la facción enardecida por la pasión y calificadas expresiones de la opinión, entre las cuales descollaron auténticos valores de la dignidad y de la inteligencia venezolana.
Usted admite que la intervención militar hizo posible la elección del señor Gallegos. Debería reconocer también que los abusos de su partido dañaron el significado popular que pudo tener el acto mismo. Al derrocar su Gobierno, las Fuerzas Armadas Nacionales han limpiado el camino para la realización de la democrácia, sin rabias ni morbosidades.Destruido el personalismo y erradicada la demagogia, los venezolanos van hacia el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus deberes, libres de temor y dignamente.
Puede usted estar seguro de que habrá constancia de que a los hombres de armas nos falta habilidad retórica, tenemos patriotismo y no carecemos de intuición histórica. Por eso la paz que siente hoy el país bajo el signo militar no tiene analogías cercanas. Se basa en el reconocimiento de la dignidad los derechos del hombre puesto en evidencia en el trato dado a los personeros del Gobierno derrocado y en el respeto de las funciones que tan mal ejercieron. Se asienta en el claro concepto de juricidad que demuestra la Junta Militar de Gobierno. Esa paz no ha sido ni establecida ni concedida. Ella fluyó de la vida nacional cuando fue liberada de la demagogía y del encono que la oprimían. Ojalá pudiera usted verla con sus ojos y ya que no disfrutaría con el mismo gozo con que lo hace la colectividad pacífica y patrióticamente inspirada. Sentiría la vanidad de su retoricismo al ver bullir, plena fe y confianza en nuestro desprendimiento, la vida del pueblo, cuyo reconocimiento ya tenemos.
Su carta dice que usted es un hombre que termina la vida alumbrándose con el resplandor mortecino del desencanto y de la fe perdida. Los hechos demuestran a los que vivimos  en Venezuela afrontando todas las contingencias  y consciente de nuestras responsabilidades  con el destino democrático  de este pueblo, que el sentido de nuestras vidas tiene signo positivo. Para nosotros la lucha no ha hecho sino comenzar.  Y Venezuela sabe que habiendo podido  mantener crispada la garra sobre su cuerpo inerme, por la índole de nuestras instituciones militares, por la formación intelectual y moral de sus componentes, por el respeto y el amor que a ella profesamos, hemos preferido rectificar errores ante que cubrirnos  de oprobio instalando una nueva tiranía.

C. Delgado Chalbaud   

sábado, 16 de noviembre de 2013

MANUEL ANTONIO MATOS. CUANDO LOS BANQUEROS SE METEN A POLÌTICOS TERMINAN CONSPIRANDO

Manuel Antonio Matos, hombre de negocios, clubman, banquero, político y organizador del movimiento revolucionario más poderoso en la historia de las guerras civiles de Venezuela (16.000 hombres, bien armados)... Es el primer personaje en quien se mezclan tres aspectos que señalan el crecimiento de la riqueza privada, el interés del capitalismo internacional por dominar la vida económica de Venezuela y la condición de lìder político y jefe militar del liberalismo amarillo.
Matos, nativo de Puerto Cabello, se había educado en Hamburgo y Londres, según cuenta en sus memorias. Concuñado de Guzmán Blanco, su figura política y su título militar empiezan a darse a conocer en los días del Septenio. Durante los dos primeros gobierno del ilustre Americano su actuaciòn política es de segundo plano, pero aprovecha su influencia para tratar de atraer capitales norteamericanos y franceses en su empeño de crear bancos comerciales y otras organizaciones financieras que constituían una verdadera novedad en un munto tan elemental como era la Venezuela de los años sesenta. Desde la fundaciòn del Banco Venezuela. Matos está vinculado a su directiva.
Matos anota que Guzmán Blanco siempre se opuso a sus aspiraciones presidenciales, pero en 1888, lanza su candidatura sin lograr que el liberalismo amarillo lo prefiera a Juan Pablo Rojas Paúl, a quien Guzmán Blanco había señalado desde París como el sucesor necesario. En los gobiernos de Rojas Paúl, Andueza Palacio. Crespo y Andrade, figura casi siempre como Ministro de Hacienda y su condición de poderoso accionista y director del Banco de Venezuela, aumenta su prestigio pues es la única persona que puede resolver con la rapidez necesaria, las solicitudes de préstamo que constantemente le hace el Gobierno Nacional por carecer de fondo para pagar la alimentación de las tropas y los sueldos de los empleados pùblicos.
En septiembre de 1899, frente a las amenazas que circundan al gobierno de Andrade, Matos que es un viejo amigo de Cipriano Castro se ofrece como negociador y marcha a Valencia con el fin de enterarse de los verdaderos propósitos del general tachirense. La respuesta del jefe revolucionario ante las preguntas de Matos es una orden al Presidente Andrade. "Que se rinda", dice el caudillo andino, ante el asombro del banquero carabobeño  quien comenta en voz baja con su yerno Enrique Pérez: " este es un loco de atar".
" El loco de atar" es proclamado el 20 de octubre, nuevo jefe de la República por el Vicepresidente Víctor Rodríguez que se ha hecho cargo del mando ante el vacío creado por la inesperada decisión del Presidente Andrade que se ha embarcado en La Guaira rumbo a la Isla de San Thomas. Una comisión de notables  entre quienes figura el General Manuel Antonio Matos viaja a Valencia con el propósito de acompañar al General Cipriano Castro en su última jornada y el domingo 22 de octubre, en horas de la tarde, en el vagón presidencial del Ferrocarril Alemán llega a la estación de Caño Amarillo, el General Castro, que desciende al andén  rodeado por el General Luciano Mendoza, Comandante Supremo del Ejército Nacional que había salido a combatirlo; Manuel Antonio Matos y el ex Presidente Villegas Pulido. Las tropas del ejército revolucionario se han quedado en los campamentos de Valencia y Maracay bajo las órdenes del General Juan Vicente Gómez.
Empieza una nueva etapa en la vida política del país. Los liberales amarillos piensan que han encontrado el nuevo jefe con quien reemplazar al General Joaquin Crespo, muerto en el campo de batalla, el año anterior. Y Matos está convencido que su buena estrella polìtica le sigue acompañando y que será la primera figura del nuevo régimen. Pero otros eran los pensamientos e intereses del caudillo vencedor. Además, Matos tiene un adversario muy poderoso en el grupo de los amigos íntimos de Castro como es el ex Presidente Andueza Palacio a quien el tachirense le debía señaladas distinciones de aprecio y confianza en los días de la crisis nacional de 1892. Y Andueza Palacio tiene presente a toda hora que su amigo Matos, lo olvidó muy pronto  para entrar a figurar en los sucesivos gobiernos de Crespo y Andrade, mientras él permanecía en el destierro.
En los primeros días, Matos y Andueza Palacios constituyen las dos figuras centrales del nuevo gobierno. El primero como Canciller y el segundo como factor de entendimiento entre las numerosas fracciones en que se encuentra dividido el liberalismo amarillo y como el hombre capaz de resolver, de inmediato, las angustias presupuestarias del gobierno. Y en una y otra ocasiones, los Bancos Venezuela y Caracas atienden el pago de las tropas con préstamos sin aval y en medio de una situación de inestabilidad que domina en todos los órdenes de la vida venezolana.
La negativa de Manuel Antonio Matos de servir como agente para la consecución de un nuevo empréstito determinará su rompimiento con Castro y la prisión de los miembros de los Directivos de los Bancos de Venezuela y Caracas. Al final del episodio y ante la certeza de que serían enviados al Castillo de San Carlos, los banqueros caraqueños, otorgan el préstamo y meses más tarde habrán de celebrar el histórico banquete de la reconciliación para proclamar su naciente fe castrista. Por lo pronto, Matos ha pasado a encabezar uno de los numerosos grupos de oposición que se están formando en todo el país frente a los propósitos personalistas y regionalistas del nuevo gobernante.
En pocas oportunidades, se ha construido en Venezuela, con los cuadros de la oposición, una alianza tan extensa y poderosa como la que logró Manuel Antonio Matos, al poner de acuerdo a la casi totalidad de los jefes regionales del liberalismo amarillo, e integrar en el bélico proyecto a todos los grupos locales en que se dividía y se subdividía el partido y al conseguir hacer otro tanto con los cuadros del nacionalismo mochista. Predominaban en esta alianza, los jefes orientales encabezados por Domingo Monagas y Nicolás Rolando, pero el centro y occidente del país estaban igualmente representados por los partidarios de Gregorio Segundo Riera, Amábile Solaigne, Rafael Montilla, Luciano Mendoza, Antonio Fernández, Luis Loreto Lima, Luis Crespo Torres, José Ignacio Pinto, entre otros. Al tachirense Juan Pablo Peñaloza, Matos le otorgó el honor y la confianza de la jefatura del Estado Mayor del Ejército revolucionario del occidente. De los jefes nacionales del liberalismo, solo quedaron al lado de Castro, los Generales José Antonio Velutini, Diego Bautista Ferrer, Rafael González Pacheco, Asunción Rodríguez, Luis Mata Ilas, Jacinto Lara y Francisco Linares Alcántara.
Los primeros movimientos de La Libertadora que estallan en diciembre de 1901, tienen como escenario los valles de Aragua, en las vecindades con la tierra guariqueña y los llanos de Cojedes. Comienza una nueva etapa en la vida militar y política de Juan Vicente Gòmez que al medir sus fuerzas con las que comandaban Luciano Mendoza, Antonio Fernández y Luis Loreto Lima inicia la sucesiòn de enfrentamientos bèlicos que llevan a derrotar en sus propios escenarios a los más afamados jefes militares de las diversas provincias, triunfos que culminarán al lograr la rendición en Ciudad Bolívar, del ejército comandado por el General Nicolás Rolando, el 21 de julio de 1903.
Matos desembarca en Guiria, el 15 de mayo de 1902. Para fines de septiembre, Oriente, Guayana, el Sur y el Centro de Occidente están en manos de la revolución. Aragua, Carabobo, una parte de Miranda y el Distrito Federal forman el campo de operaciones que domina el gobierno, quien además cuenta con los contingentesd de tropas que se reclutan constantemente en los Estados andinos. A comienzos de octubre, los siete mil soldados de los ejércitos qeu comandan Matos, Monagas y Rolando marchan desde Aragua de Barcelona hacia los llanos de Guárico en busca del camino de Caracas y otro tanto hacen los siete mil hombres que en Barquisimeto han organizado los Generales Mendoza, Peñaloza y Riera. Castro con siete mil hombres se ha atrincherado en la ciudad de La Victoria. El 12 de octubre de 1902 se inicia el asedio de la plaza y la batalla durará 21 días concluyendo con la derrota de la revolución.
Matos ordena entonces el regreso de los ejércitos a sus lugares de origen y se marcha a Caracas, prometiendo regresar muy pronto para recomenzar la lucha. Pero desde ese momento hasta julio de  1903, la verdadera direcciòn del movimiento revolucionario queda en manos del General Nicolás Rolando.
En diciembre, Castro aprovecha los graves acontecimientos originados por la presencia de naves de guerra de Inglaterra, Alemania e Italia en puertos venezolanos y en son de bloqueo para dividir el frente revolucionario al proponer la formación de un gobierno de defensa nacional y ordenar la libertad del General José Manuel Hernández y de los jefes del nacionalismo que están presos en cárceles y fortalezas. La respuesta de Hernàndez no se hace esperar y al igual que el 23 de octubre de 1899, un nuevo abrazo de Castro y Hernández en los balcones de la Casa Amarilla ante la multitud reunida en la Plaza Bolivar anuncia la incorporación del Mocho y de prominentes nacionalistas a las filas de la colaboraciòn con el gobierno y sella el fracaso de la alianza revolucionaria de liberales y nacionalistas.
La rendiciòn del ejército de Rolando, en Ciudad Bolívar, el 21 de julio de 1903, significa el último episodio en el proceso de liquidaciòn de los partidos tradicionales de Venezuela, iniciado en 1899 con la llegada de Castro al poder y representa la escena final de nuestras guerras civiles.
Las dimensiones nacionales de la Revoluciòn Libertadora y la presencia en sus filas de venezolanos de todas las regiones y edades; de militares y letrados, de agentes del capital internacional y de oscuros guerrilleros analfabetos, de liberales y conservadores otorgan a los manifiestos, proclamas y cartas de este movimiento, un notable valor documental para los investigadores que se dedican a estudiar la dramática primera década de nuestro siglo XX.

Las denuncias de Matos ante la opinión internacional con motivo del juicio en ausencia a que le sometiera Castro, al igual que el proceso seguido en los tribunales norteamericanos contra la "New York and Bermùdez Company" por razones ajenas a sus intereses e intromisiones en Venezuela pero que revelaron en toda su magnitud, su participación y financiamiento del movimiento revolucionario de 1902 y las demandas seguidas por el gobierno de Venezuela a las compañías extranjeras ( New York and Bermudez Company; Cable Francés y Ferrocarril Alemàn) por su abierto  partidarismo revolucionario constituyen material de indispensable conocimiento y estudio para lograr traducir al lenguaje histórico, una explicación menos panfletaria y más objetiva acerca de los factores e intereses que influyeron en el rumbo venezolano por casi medio siglo.

martes, 5 de noviembre de 2013

CIPRIANO CASTRO SUCUMBIÓ AL ENCANTO DE CARACAS

Caracas, ciudad encantadora, donde se gestó desde la guerra de la Independencia hasta la caída del fundador del Estado Venezolano José Antonio Páez, tiene el poder extraño y misterioso de absorber la personalidad de los gobernantes y de convertirlos en poco tiempo en hombres con personalidades susceptibles al halago, la vanidad, comienza un proceso progresivo de desprendimiento de sus ideales que los inspiraron en sus luchas por consolidarlos en sus luchas para obtener el poder; algunos sòlo desean figurar en la alta sociedad, enriquecerse económicamente y pronto olvidan que no fue ese grupo que los llevó a la Presidencia, sino pueblos y ejèrcitos de Venezuela.
Al vencer la denominada Revolución Restaudora, el hombre valeroso y temerario de los Andes  (Cipriano Castro) se vió envuelto repentinamente de los apellidos màs sonados de Venezuela, de profesionales de prestigio, de militares y políticos de profesión. No es fácil para un Presidente de la República llegar al Poder sin compromisos y mucho menos para un hombre de provincia como Cipriano Castro.
Castro no supo comprender esto. De igual modo, muchos Jefes de Estado en Venezuela han incurrido en ese tremendo error. En la política administrativa el gobierno puede tomar medidas, siempre que éstas no lesionen a los grandes capitalistas, ni grandes ni pequeños, porque en este país, todo el mundo por insignificante que aparezca, tiene nexos y relaciones que lo hacen enemigo despreciable. Pero sobre todo, no debe el gobierno inspirar desconfianza, paralizando los pagos, atemorizando la banca, atacando la propiedad, porque lo ùnico que no admite el país es una crisis. El peor enemigo de los gobiernos es el malestar económico, que es causa de las revoluciones y cambios de gobierno, aunque éstos, algunos quieran justificar sus errores económicos con teorías raras y palabras vacías que engañan los pueblos... La reacción contra Castro no tuvo otro origen.
Tampoco hizo Castro nada para dominar o complacer a los caudillos y ello ocasionó los alzamientos del "Mocho" Hernández, Celestino Peraza, la del doctor y general Juan Pietri, la de Matos, entre otros.
En lugar de pacificar y unir a sus amigos, cuando ya en 1904 estaba en paz la República, entonces empezó a dividir sus partidarios. Primero con la Aclamación disgustó a Gómez. Después con la Conjura se enfrió con Alcántara. Al grupo de los doctores lo tumbó a raíz de la Conjura y se enemistaba en contra de algunos excelentes hombres que eran sus amigos, como le aconteció con Esteban Delgado Chalbaud, Juan Campbell, Acosta, Román Moreno y muchos otros.
 En la política (del Partido Liberal) Castro fue desacertado. En efecto, asumió la obligación del apoyo al General Uribe sin móvil de peso suficiente para ello. Castro no tuvo suerte en su política internacional. Actuó en defensa de los derechos de Venezuela, y puso una nota de dignidad cuando el injusto bloqueo de nuestras costas. Fue acertada la política de los derechos de Venezuela y le acompañaba toda la razón en los lamentables asuntos del Cable Francés y de Monsieur Taigny, pero desgraciadamente fue a él a quien le tocó luchar con poderosos intereses creados y, por ello, aparece como un escandalizador internacional, cuando en realidad fue sólo una víctima de una situación menguada para la patria.
Las complicaciones que tuvo Castro en su política internacional fueron producto de su interés por reivindicar los derechos de Venezuela. Entre los problemas políticos que se creó Castro, los que le surgieron de tipo revolucionario, los económicos y las reclamaciones internacionales, no puedo el Presidente Castro desarrollar ningún programa ni político ni administrativo, fue prácticamente un hombre que no tuvo tiempo para hacer lo que èl quería, pues siempre se vio ante un compromiso previo a resolver. Castro no tuvo ni dineros que administrar y, cuando los había, no tuvo aciertos en invertirlos... A esto hay que agregarle que desde 1906 la salud del Jefe del Estado dejó mucho que desear, lo que le obligó a tomar frecuentes descansos.
El estilo político del gobierno fue malo. Se acogió la prensa como El Constitucional y se desorientó por completo la visión de gobernante. Es sabido que cuando llega un hombre a la Presidencia de la República de inmediato surgen "grupos" que lo aíslan, esos grupos llamados "camarillas". Estos grupos de presión  le crean a los gobernantes una visión irreal y que goza del Don de la infalibilidad.
La función de Cipriano Castro, en síntesis desde 1899 que llegó a Caracas, hasta que se ausentó en 1908, puede decirse que fue escasa, no por falta de buena voluntad de él, sino por los problemas que surgieron, muchos de ellos, es verdad, consecuencia de sus errores por èl  cometidos. La falta principal de Castro fue no adoptar drásticamente su lema: " Nuevos Hombres, nuevos procedimientos, nuevos ideales", pues si así lo hubiera hecho, no le hubieran salido del propio gobierno complicaciones originales con amigos inconstantes, malos consejeros y enemigos solapados. Muchos presidentes creen que se puede mandar con sus enemigos y que ellos son lo suficientemente hábiles para captárselos y dominarlos. Es bueno decir en descargo de Cipriano Castro que gran parte de sus colaboradores fracasaron y no supieron estar a la altura del caudillo militar a pesar de que buscó lo que consideró lo mejor de Venezuela, pero no es un buen presidente si no tiene a su alrededor hombres de capacidad y talento.
Mal rodeado, impulsivo, vivió de crisis en crisis, muchas de ellas innecesarias. En los dos últimos años su salud afectó su actividad política-administrativa. Llegó al extremo de no recibir cuentas periódicas de sus ministros y giró instrucciones para que éstos no lo fueran a ver a Palacio sino cuando él expresamente los llamara.