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martes, 19 de noviembre de 2013

INTIMIDADES DE UN GOLPE MILITAR CLASICO. 24 DE NOVIEMBRE DE 1948. DOS REALIDADES: EL GENIO DE BOLÌVAR Y LA PLUMA EXIMIA DE DON RÓMULO GALLEGOS.

El cuartelazo que obligara a Don Rómulo Gallegos a ingresar a la caravana dolorosa de los Presidentes proscritos conmovió profundamente a América Latina. Dos razones produjeron ese cambio de actitud en un hemisferio tocado ya por el velo sutil de la indiferencia ante los episodios. Perdía su investidura la más alta cifra del pensamiento venezolano y el más ilustre de los novelistas vivos para ese momento de la lengua castellana.
Los cuartelazos son sucesos corrientes en América. Los europeos pueden medir su historia por el número de guerras en que se hayan desgarrado. Nosotros utilizamos un método más tosco, pero menos destructivo, de contabilizar nuestro proceso histórico. Para trazar la biografía de cada país de los que forman el conjunto mestizo de la América, hacemos el balance de los cuartelazos que hayan sacudido su existencia republicana. Existen naciones en este continente que han presenciado varios golpes de Estado en el curso de un año. Y otras que han discurrido durante largo tiempo sin gobierno porque el tránsito de las facciones armadas por el Palacio Presidencial ha sido efímero y tan sangriento que no tuvieron oportunidad de estructurar un sistema de mando y administración. Si no fuera por la intervención de elementos signados por un repugnante primitivismo en esos torneos de violencia, los latinoamericanos pudiéramos dictarle a los otros continentes, y por el moderno método de la enseñanza por correspondencia, varios cursillos sobre la técnica del cuartelazo. Después de todo, esta iniciativa no resulta tan detestable si se recuerda que Curzio Malaparte escribió una soporífera " Técnica de un golpe de Estado".
CONVERSACIONES  ENTRE ALBERTO CARNEVALI Y MANUEL PÉREZ GUERRERO-
El 16 de noviembre de 1948, discutíamos el doctor Manuel Pérez Guerrero y yo en la Casa Nacional de AD, sobre el problema de la inflación y sus posibles repercusiones en el futuro económico del país. Cada mes, eran mayores las entradas de divisas para el Banco Central de Venezuela. La circulación monetaria crecía visiblemente y el presupuesto del Estado acusaba desapacibles tendencias a la inflación. Entre tanto las ganancias del comercio importador eran astronómicas... El Ministro Pérez Guerrero estaba dispuesto a auspiciar las más graves medidas para desviar hacia finalidades constructivas el aluvión inflacionario. Proyectaba racionar las importaciones, prefiriendo las que entraran maquinaria, implementos agrícolas y equipo. Un severo crédito hacia el fomento de la producción. El presupuesto se limitaría a las estrictas necesidades del Estado, prescindiéndose de gastos burocráticos o suntuarios. Y finalmente la esterilización de los excedentes monetarios para formar las reservas indispensables en un período de crisis universal. Sobre estos tópicos conversábamos, cuando a los ocho de la noche un  anuncio brutal nos sacó de las reflexiones venezolanistas. En La Guaira se había descubierto un complot fraguado allí con alegre desenfado por el mayor Tomás Mendoza. Mientras este hombre juramentaba a algunos camaradas suyos de armas, funcionarios del Gobierno escuchaban atentos, simultáneamente con este anuncio, desde la Victoria informaban que el mayor de aviación José Castro León promovía reuniones conspirativas con los oficiales de la guarnición local. Pérez Guerrero abandonó la Casa Nacional del Partido para dirigirse a su habitación y posteriormente al Palacio de Miraflores. Y yo salí a la calle por la cual discurrían los vehículos con apresurada confianza. En las esquinas había grandes afiches que invitaban al estreno de Tristán e Isolda, escenificada por una prestigiosa compañía de ópera norteamericana.
LA TRAICIÒN EN LA PROPIA CASA.
Los rumores invadían el ambiente muchos expresaban- estamos en presencia- de un problema de gobierno que debe resolverse con entera rapidez. Que el presidente de la República cite a su despacho al Ministro de Defensa Nacional teniente-coronel Delgado Chalbaud y a sus colegas de mando los tenientes coroneles Pérez Jiménez y Llovera, por el fundado temor que son ellos los que estén moviendo la mano de los oficiales sorprendidos en la preparación del complot...

Otros aseguraban que varios cuarteles se disponían a confluir hacia Miraflores para apresar al Presidente y a sus Ministros. Y así, la aguja de rumores iba zurciendo las más extrañas conjeturas... Fue el viernes 19 de noviembre cuando por boca de un miembro de la Dirección Nacional- vine (Carnevali) vine a enterarme del proceso que se estaba cumpliendo en las esferas superiores del Gobierno para debelar el complot. Gallegos convocó a Delgado, Pérez Jiménez y Llovera Páez a su despacho, comenzó diciendo. Al enterarles del descubrimiento de la conspiración, los dos últimos manifestaron que ello obedecía al descontento producido en las Fuerzas Armadas por la gestión del Gobierno y que la única forma de conjurar el complot era-a su juicio- la reforma del Gabinete para incluir en él varios militares. Delgado Chalbaud propuso, conciliador, que el problema se solucionaría si el Presidente exponía a una asamblea de oficiales las directrices de su política, que eran excelentes e indiscutibles. Para asegurar la condición "no deliberante" del Ejército se prohibirían los comentarios o el uso de la palabra en una asamblea, limitándose los oficiales que a ella concurrieran a escuchar la palabra presidencial. La propuesta fue aceptada y Gallegos se dirigió a la oficialidad en el Cuartel Ambrosio Plaza. Horas después Pérez Jiménez y Llovera Páez desplegaban una campaña de rumores dentro de las guarniciones, según los cuales, las palabras de Gallegos eran el indicio de una etapa de detenciones en masa, de juicios marciales y de confinamientos. Y que para respaldar esa actitud gubernamental, AD estaba convocando a sus milicias terroristas que incendiarían a Caracas y asesinarían a los oficiales del Ejército. En vista de esta circunstancia y de que Delgado Chalbaud no ordenaba la detención del mayor Mendoza, quien ya había sublevado el cuartel de La Guaira, Gallegos volvió a citar al alto mando del Ejército a su despacho de Miraflores. En tono categórico, honroso y viril habló el Presidente...

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