Caracas, ciudad encantadora, donde se gestó desde la guerra de la
Independencia hasta la caída del fundador del Estado Venezolano José Antonio
Páez, tiene el poder extraño y misterioso de absorber la personalidad de los
gobernantes y de convertirlos en poco tiempo en hombres con personalidades susceptibles
al halago, la vanidad, comienza un proceso progresivo de desprendimiento de sus
ideales que los inspiraron en sus luchas por consolidarlos en sus luchas para
obtener el poder; algunos sòlo desean figurar en la alta sociedad, enriquecerse
económicamente y pronto olvidan que no fue ese grupo que los llevó a la
Presidencia, sino pueblos y ejèrcitos de Venezuela.
Al vencer la denominada Revolución Restaudora, el hombre valeroso y
temerario de los Andes (Cipriano Castro) se vió envuelto repentinamente
de los apellidos màs sonados de Venezuela, de profesionales de prestigio, de
militares y políticos de profesión. No es fácil para un Presidente de la
República llegar al Poder sin compromisos y mucho menos para un hombre de
provincia como Cipriano Castro.
Castro no supo comprender esto. De igual modo, muchos Jefes de Estado en
Venezuela han incurrido en ese tremendo error. En la política administrativa el
gobierno puede tomar medidas, siempre que éstas no lesionen a los grandes
capitalistas, ni grandes ni pequeños, porque en este país, todo el mundo por
insignificante que aparezca, tiene nexos y relaciones que lo hacen enemigo
despreciable. Pero sobre todo, no debe el gobierno inspirar desconfianza,
paralizando los pagos, atemorizando la banca, atacando la propiedad, porque lo
ùnico que no admite el país es una crisis. El peor enemigo de los gobiernos es
el malestar económico, que es causa de las revoluciones y cambios de gobierno,
aunque éstos, algunos quieran justificar sus errores económicos con teorías
raras y palabras vacías que engañan los pueblos... La reacción contra Castro no
tuvo otro origen.
Tampoco hizo Castro nada para dominar o complacer a los caudillos y ello
ocasionó los alzamientos del "Mocho" Hernández, Celestino Peraza, la
del doctor y general Juan Pietri, la de Matos, entre otros.
En lugar de pacificar y unir a sus amigos, cuando ya en 1904 estaba en paz
la República, entonces empezó a dividir sus partidarios. Primero con la Aclamación
disgustó a Gómez. Después con la Conjura se enfrió con Alcántara. Al grupo de
los doctores lo tumbó a raíz de la Conjura y se enemistaba en contra de algunos
excelentes hombres que eran sus amigos, como le aconteció con Esteban Delgado
Chalbaud, Juan Campbell, Acosta, Román Moreno y muchos otros.
En la política (del Partido Liberal) Castro fue desacertado. En
efecto, asumió la obligación del apoyo al General Uribe sin móvil de peso
suficiente para ello. Castro no tuvo suerte en su política internacional. Actuó
en defensa de los derechos de Venezuela, y puso una nota de dignidad cuando el
injusto bloqueo de nuestras costas. Fue acertada la política de los derechos de
Venezuela y le acompañaba toda la razón en los lamentables asuntos del Cable
Francés y de Monsieur Taigny, pero desgraciadamente fue a él a quien le tocó
luchar con poderosos intereses creados y, por ello, aparece como un
escandalizador internacional, cuando en realidad fue sólo una víctima de una
situación menguada para la patria.
Las complicaciones que tuvo Castro en su política internacional fueron
producto de su interés por reivindicar los derechos de Venezuela. Entre los
problemas políticos que se creó Castro, los que le surgieron de tipo
revolucionario, los económicos y las reclamaciones internacionales, no puedo el
Presidente Castro desarrollar ningún programa ni político ni administrativo,
fue prácticamente un hombre que no tuvo tiempo para hacer lo que èl quería,
pues siempre se vio ante un compromiso previo a resolver. Castro no tuvo ni dineros
que administrar y, cuando los había, no tuvo aciertos en invertirlos... A esto
hay que agregarle que desde 1906 la salud del Jefe del Estado dejó mucho que
desear, lo que le obligó a tomar frecuentes descansos.
El estilo político del gobierno fue malo. Se acogió la prensa como El
Constitucional y se desorientó por completo la visión de gobernante. Es sabido
que cuando llega un hombre a la Presidencia de la República de inmediato surgen
"grupos" que lo aíslan, esos grupos llamados "camarillas".
Estos grupos de presión le crean a los gobernantes una visión irreal y que
goza del Don de la infalibilidad.
La función de Cipriano Castro, en síntesis desde 1899 que llegó a Caracas,
hasta que se ausentó en 1908, puede decirse que fue escasa, no por falta de buena
voluntad de él, sino por los problemas que surgieron, muchos de ellos, es
verdad, consecuencia de sus errores por èl cometidos. La falta principal
de Castro fue no adoptar drásticamente su lema: " Nuevos Hombres, nuevos
procedimientos, nuevos ideales", pues si así lo hubiera hecho, no le
hubieran salido del propio gobierno complicaciones originales con amigos
inconstantes, malos consejeros y enemigos solapados. Muchos presidentes creen
que se puede mandar con sus enemigos y que ellos son lo suficientemente hábiles
para captárselos y dominarlos. Es bueno decir en descargo de Cipriano Castro
que gran parte de sus colaboradores fracasaron y no supieron estar a la altura
del caudillo militar a pesar de que buscó lo que consideró lo mejor de
Venezuela, pero no es un buen presidente si no tiene a su alrededor hombres de
capacidad y talento.
Mal rodeado, impulsivo,
vivió de crisis en crisis, muchas de ellas innecesarias. En los dos últimos
años su salud afectó su actividad política-administrativa. Llegó al extremo de
no recibir cuentas periódicas de sus ministros y giró instrucciones para que
éstos no lo fueran a ver a Palacio sino cuando él expresamente los llamara.