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martes, 5 de noviembre de 2013

CIPRIANO CASTRO SUCUMBIÓ AL ENCANTO DE CARACAS

Caracas, ciudad encantadora, donde se gestó desde la guerra de la Independencia hasta la caída del fundador del Estado Venezolano José Antonio Páez, tiene el poder extraño y misterioso de absorber la personalidad de los gobernantes y de convertirlos en poco tiempo en hombres con personalidades susceptibles al halago, la vanidad, comienza un proceso progresivo de desprendimiento de sus ideales que los inspiraron en sus luchas por consolidarlos en sus luchas para obtener el poder; algunos sòlo desean figurar en la alta sociedad, enriquecerse económicamente y pronto olvidan que no fue ese grupo que los llevó a la Presidencia, sino pueblos y ejèrcitos de Venezuela.
Al vencer la denominada Revolución Restaudora, el hombre valeroso y temerario de los Andes  (Cipriano Castro) se vió envuelto repentinamente de los apellidos màs sonados de Venezuela, de profesionales de prestigio, de militares y políticos de profesión. No es fácil para un Presidente de la República llegar al Poder sin compromisos y mucho menos para un hombre de provincia como Cipriano Castro.
Castro no supo comprender esto. De igual modo, muchos Jefes de Estado en Venezuela han incurrido en ese tremendo error. En la política administrativa el gobierno puede tomar medidas, siempre que éstas no lesionen a los grandes capitalistas, ni grandes ni pequeños, porque en este país, todo el mundo por insignificante que aparezca, tiene nexos y relaciones que lo hacen enemigo despreciable. Pero sobre todo, no debe el gobierno inspirar desconfianza, paralizando los pagos, atemorizando la banca, atacando la propiedad, porque lo ùnico que no admite el país es una crisis. El peor enemigo de los gobiernos es el malestar económico, que es causa de las revoluciones y cambios de gobierno, aunque éstos, algunos quieran justificar sus errores económicos con teorías raras y palabras vacías que engañan los pueblos... La reacción contra Castro no tuvo otro origen.
Tampoco hizo Castro nada para dominar o complacer a los caudillos y ello ocasionó los alzamientos del "Mocho" Hernández, Celestino Peraza, la del doctor y general Juan Pietri, la de Matos, entre otros.
En lugar de pacificar y unir a sus amigos, cuando ya en 1904 estaba en paz la República, entonces empezó a dividir sus partidarios. Primero con la Aclamación disgustó a Gómez. Después con la Conjura se enfrió con Alcántara. Al grupo de los doctores lo tumbó a raíz de la Conjura y se enemistaba en contra de algunos excelentes hombres que eran sus amigos, como le aconteció con Esteban Delgado Chalbaud, Juan Campbell, Acosta, Román Moreno y muchos otros.
 En la política (del Partido Liberal) Castro fue desacertado. En efecto, asumió la obligación del apoyo al General Uribe sin móvil de peso suficiente para ello. Castro no tuvo suerte en su política internacional. Actuó en defensa de los derechos de Venezuela, y puso una nota de dignidad cuando el injusto bloqueo de nuestras costas. Fue acertada la política de los derechos de Venezuela y le acompañaba toda la razón en los lamentables asuntos del Cable Francés y de Monsieur Taigny, pero desgraciadamente fue a él a quien le tocó luchar con poderosos intereses creados y, por ello, aparece como un escandalizador internacional, cuando en realidad fue sólo una víctima de una situación menguada para la patria.
Las complicaciones que tuvo Castro en su política internacional fueron producto de su interés por reivindicar los derechos de Venezuela. Entre los problemas políticos que se creó Castro, los que le surgieron de tipo revolucionario, los económicos y las reclamaciones internacionales, no puedo el Presidente Castro desarrollar ningún programa ni político ni administrativo, fue prácticamente un hombre que no tuvo tiempo para hacer lo que èl quería, pues siempre se vio ante un compromiso previo a resolver. Castro no tuvo ni dineros que administrar y, cuando los había, no tuvo aciertos en invertirlos... A esto hay que agregarle que desde 1906 la salud del Jefe del Estado dejó mucho que desear, lo que le obligó a tomar frecuentes descansos.
El estilo político del gobierno fue malo. Se acogió la prensa como El Constitucional y se desorientó por completo la visión de gobernante. Es sabido que cuando llega un hombre a la Presidencia de la República de inmediato surgen "grupos" que lo aíslan, esos grupos llamados "camarillas". Estos grupos de presión  le crean a los gobernantes una visión irreal y que goza del Don de la infalibilidad.
La función de Cipriano Castro, en síntesis desde 1899 que llegó a Caracas, hasta que se ausentó en 1908, puede decirse que fue escasa, no por falta de buena voluntad de él, sino por los problemas que surgieron, muchos de ellos, es verdad, consecuencia de sus errores por èl  cometidos. La falta principal de Castro fue no adoptar drásticamente su lema: " Nuevos Hombres, nuevos procedimientos, nuevos ideales", pues si así lo hubiera hecho, no le hubieran salido del propio gobierno complicaciones originales con amigos inconstantes, malos consejeros y enemigos solapados. Muchos presidentes creen que se puede mandar con sus enemigos y que ellos son lo suficientemente hábiles para captárselos y dominarlos. Es bueno decir en descargo de Cipriano Castro que gran parte de sus colaboradores fracasaron y no supieron estar a la altura del caudillo militar a pesar de que buscó lo que consideró lo mejor de Venezuela, pero no es un buen presidente si no tiene a su alrededor hombres de capacidad y talento.
Mal rodeado, impulsivo, vivió de crisis en crisis, muchas de ellas innecesarias. En los dos últimos años su salud afectó su actividad política-administrativa. Llegó al extremo de no recibir cuentas periódicas de sus ministros y giró instrucciones para que éstos no lo fueran a ver a Palacio sino cuando él expresamente los llamara.

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