Manuel Antonio Matos, hombre de negocios, clubman, banquero, político y
organizador del movimiento revolucionario más poderoso en la historia de las
guerras civiles de Venezuela (16.000 hombres, bien armados)... Es el primer
personaje en quien se mezclan tres aspectos que señalan el crecimiento de la
riqueza privada, el interés del capitalismo internacional por dominar la vida
económica de Venezuela y la condición de lìder político y jefe militar del
liberalismo amarillo.
Matos, nativo de Puerto Cabello, se había educado en Hamburgo y Londres,
según cuenta en sus memorias. Concuñado de Guzmán Blanco, su figura política y
su título militar empiezan a darse a conocer en los días del Septenio. Durante
los dos primeros gobierno del ilustre Americano su actuaciòn política es de
segundo plano, pero aprovecha su influencia para tratar de atraer capitales
norteamericanos y franceses en su empeño de crear bancos comerciales y otras
organizaciones financieras que constituían una verdadera novedad en un munto
tan elemental como era la Venezuela de los años sesenta. Desde la fundaciòn del
Banco Venezuela. Matos está vinculado a su directiva.
Matos anota que Guzmán Blanco siempre se opuso a sus aspiraciones
presidenciales, pero en 1888, lanza su candidatura sin lograr que el
liberalismo amarillo lo prefiera a Juan Pablo Rojas Paúl, a quien Guzmán Blanco
había señalado desde París como el sucesor necesario. En los gobiernos de Rojas
Paúl, Andueza Palacio. Crespo y Andrade, figura casi siempre como Ministro de
Hacienda y su condición de poderoso accionista y director del Banco de
Venezuela, aumenta su prestigio pues es la única persona que puede resolver con
la rapidez necesaria, las solicitudes de préstamo que constantemente le hace el
Gobierno Nacional por carecer de fondo para pagar la alimentación de las tropas
y los sueldos de los empleados pùblicos.
En septiembre de 1899, frente a las amenazas que circundan al gobierno de
Andrade, Matos que es un viejo amigo de Cipriano Castro se ofrece como
negociador y marcha a Valencia con el fin de enterarse de los verdaderos
propósitos del general tachirense. La respuesta del jefe revolucionario ante
las preguntas de Matos es una orden al Presidente Andrade. "Que se
rinda", dice el caudillo andino, ante el asombro del banquero carabobeño
quien comenta en voz baja con su yerno Enrique Pérez: " este es un loco de
atar".
" El loco de atar" es proclamado el 20 de octubre, nuevo jefe de
la República por el Vicepresidente Víctor Rodríguez que se ha hecho cargo del
mando ante el vacío creado por la inesperada decisión del Presidente Andrade
que se ha embarcado en La Guaira rumbo a la Isla de San Thomas. Una comisión de
notables entre quienes figura el General Manuel Antonio Matos viaja a
Valencia con el propósito de acompañar al General Cipriano Castro en su última
jornada y el domingo 22 de octubre, en horas de la tarde, en el vagón
presidencial del Ferrocarril Alemán llega a la estación de Caño Amarillo, el
General Castro, que desciende al andén rodeado por el General Luciano
Mendoza, Comandante Supremo del Ejército Nacional que había salido a
combatirlo; Manuel Antonio Matos y el ex Presidente Villegas Pulido. Las tropas
del ejército revolucionario se han quedado en los campamentos de Valencia y
Maracay bajo las órdenes del General Juan Vicente Gómez.
Empieza una nueva etapa en la vida política del país. Los liberales
amarillos piensan que han encontrado el nuevo jefe con quien reemplazar al
General Joaquin Crespo, muerto en el campo de batalla, el año anterior. Y Matos
está convencido que su buena estrella polìtica le sigue acompañando y que será
la primera figura del nuevo régimen. Pero otros eran los pensamientos e
intereses del caudillo vencedor. Además, Matos tiene un adversario muy poderoso
en el grupo de los amigos íntimos de Castro como es el ex Presidente Andueza
Palacio a quien el tachirense le debía señaladas distinciones de aprecio y
confianza en los días de la crisis nacional de 1892. Y Andueza Palacio tiene
presente a toda hora que su amigo Matos, lo olvidó muy pronto para entrar
a figurar en los sucesivos gobiernos de Crespo y Andrade, mientras él
permanecía en el destierro.
En los primeros días, Matos y Andueza Palacios constituyen las dos figuras
centrales del nuevo gobierno. El primero como Canciller y el segundo como
factor de entendimiento entre las numerosas fracciones en que se encuentra
dividido el liberalismo amarillo y como el hombre capaz de resolver, de
inmediato, las angustias presupuestarias del gobierno. Y en una y otra
ocasiones, los Bancos Venezuela y Caracas atienden el pago de las tropas con
préstamos sin aval y en medio de una situación de inestabilidad que domina en
todos los órdenes de la vida venezolana.
La negativa de Manuel Antonio Matos de servir como agente para la
consecución de un nuevo empréstito determinará su rompimiento con Castro y la
prisión de los miembros de los Directivos de los Bancos de Venezuela y Caracas.
Al final del episodio y ante la certeza de que serían enviados al Castillo de
San Carlos, los banqueros caraqueños, otorgan el préstamo y meses más tarde
habrán de celebrar el histórico banquete de la reconciliación para proclamar su
naciente fe castrista. Por lo pronto, Matos ha pasado a encabezar uno de los
numerosos grupos de oposición que se están formando en todo el país frente a
los propósitos personalistas y regionalistas del nuevo gobernante.
En pocas oportunidades, se ha construido en Venezuela, con los cuadros de
la oposición, una alianza tan extensa y poderosa como la que logró Manuel
Antonio Matos, al poner de acuerdo a la casi totalidad de los jefes regionales
del liberalismo amarillo, e integrar en el bélico proyecto a todos los grupos
locales en que se dividía y se subdividía el partido y al conseguir hacer otro
tanto con los cuadros del nacionalismo mochista. Predominaban en esta alianza,
los jefes orientales encabezados por Domingo Monagas y Nicolás Rolando, pero el
centro y occidente del país estaban igualmente representados por los
partidarios de Gregorio Segundo Riera, Amábile Solaigne, Rafael Montilla, Luciano
Mendoza, Antonio Fernández, Luis Loreto Lima, Luis Crespo Torres, José Ignacio
Pinto, entre otros. Al tachirense Juan Pablo Peñaloza, Matos le otorgó el honor
y la confianza de la jefatura del Estado Mayor del Ejército revolucionario del
occidente. De los jefes nacionales del liberalismo, solo quedaron al lado de
Castro, los Generales José Antonio Velutini, Diego Bautista Ferrer, Rafael
González Pacheco, Asunción Rodríguez, Luis Mata Ilas, Jacinto Lara y Francisco
Linares Alcántara.
Los primeros movimientos de La Libertadora que estallan en diciembre de
1901, tienen como escenario los valles de Aragua, en las vecindades con la
tierra guariqueña y los llanos de Cojedes. Comienza una nueva etapa en la vida
militar y política de Juan Vicente Gòmez que al medir sus fuerzas con las que
comandaban Luciano Mendoza, Antonio Fernández y Luis Loreto Lima inicia la
sucesiòn de enfrentamientos bèlicos que llevan a derrotar en sus propios
escenarios a los más afamados jefes militares de las diversas provincias, triunfos
que culminarán al lograr la rendición en Ciudad Bolívar, del ejército comandado
por el General Nicolás Rolando, el 21 de julio de 1903.
Matos desembarca en Guiria, el 15 de mayo de 1902. Para fines de
septiembre, Oriente, Guayana, el Sur y el Centro de Occidente están en manos de
la revolución. Aragua, Carabobo, una parte de Miranda y el Distrito Federal
forman el campo de operaciones que domina el gobierno, quien además cuenta con
los contingentesd de tropas que se reclutan constantemente en los Estados
andinos. A comienzos de octubre, los siete mil soldados de los ejércitos qeu
comandan Matos, Monagas y Rolando marchan desde Aragua de Barcelona hacia los
llanos de Guárico en busca del camino de Caracas y otro tanto hacen los siete
mil hombres que en Barquisimeto han organizado los Generales Mendoza, Peñaloza
y Riera. Castro con siete mil hombres se ha atrincherado en la ciudad de La
Victoria. El 12 de octubre de 1902 se inicia el asedio de la plaza y la batalla
durará 21 días concluyendo con la derrota de la revolución.
Matos ordena entonces el regreso de los ejércitos a sus lugares de origen y
se marcha a Caracas, prometiendo regresar muy pronto para recomenzar la lucha.
Pero desde ese momento hasta julio de 1903, la verdadera direcciòn del
movimiento revolucionario queda en manos del General Nicolás Rolando.
En diciembre, Castro aprovecha los graves acontecimientos originados por la
presencia de naves de guerra de Inglaterra, Alemania e Italia en puertos
venezolanos y en son de bloqueo para dividir el frente revolucionario al
proponer la formación de un gobierno de defensa nacional y ordenar la libertad
del General José Manuel Hernández y de los jefes del nacionalismo que están
presos en cárceles y fortalezas. La respuesta de Hernàndez no se hace esperar y
al igual que el 23 de octubre de 1899, un nuevo abrazo de Castro y Hernández en
los balcones de la Casa Amarilla ante la multitud reunida en la Plaza Bolivar
anuncia la incorporación del Mocho y de prominentes nacionalistas a las filas
de la colaboraciòn con el gobierno y sella el fracaso de la alianza
revolucionaria de liberales y nacionalistas.
La rendiciòn del ejército de Rolando, en Ciudad Bolívar, el 21 de julio de
1903, significa el último episodio en el proceso de liquidaciòn de los partidos
tradicionales de Venezuela, iniciado en 1899 con la llegada de Castro al poder
y representa la escena final de nuestras guerras civiles.
Las dimensiones nacionales de la Revoluciòn Libertadora y la presencia en
sus filas de venezolanos de todas las regiones y edades; de militares y
letrados, de agentes del capital internacional y de oscuros guerrilleros
analfabetos, de liberales y conservadores otorgan a los manifiestos, proclamas
y cartas de este movimiento, un notable valor documental para los investigadores
que se dedican a estudiar la dramática primera década de nuestro siglo XX.
Las denuncias de Matos
ante la opinión internacional con motivo del juicio en ausencia a que le
sometiera Castro, al igual que el proceso seguido en los tribunales norteamericanos
contra la "New York and Bermùdez Company" por razones ajenas a sus
intereses e intromisiones en Venezuela pero que revelaron en toda su magnitud,
su participación y financiamiento del movimiento revolucionario de 1902 y las
demandas seguidas por el gobierno de Venezuela a las compañías extranjeras (
New York and Bermudez Company; Cable Francés y Ferrocarril Alemàn) por su
abierto partidarismo revolucionario constituyen material de indispensable
conocimiento y estudio para lograr traducir al lenguaje histórico, una
explicación menos panfletaria y más objetiva acerca de los factores e intereses
que influyeron en el rumbo venezolano por casi medio siglo.
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